Por Nacho Cembellín texto y fotos
Fuentes diario el mundo España y crónica diaria de Antonio de la Rosa
El 2 de marzo de 2014, cuando el sol comenzaba a brillar en el horizonte de la diminuta localidad de Willow, en Alaska, 72 mushers, con sus trineos y más de 1.100 perros, tomaban la salida de la Iditarod, la carrera de trineos más famosa del mundo, que cruza Alaska de lado a lado: 1.700 kilómetros. Apenas unos minutos después, un español, a pie, con trineo pero sin perro, cruzaba la misma línea de salida. «¿Y ése?, ¿Llega tarde?, ¿Dónde va?», se preguntaban algunos lugareños que se rezagaron un poco tras el comienzo de la prueba. Se llama Antonio de la Rosa, un español de madrid de 44 años que acaba de convertirse en el primer ibérico -y tercero del mundo- en seguir el mismo recorrido de la archifamosa carrera… pero a pie y en solitario.
Exactamente 43 días después de tomar la salida, un Antonio exultante aunque agotado llegaba a Nome. «He disfrutado cada minuto y cada kilómetro, tanto que ahora es difícil acordarse de los días malos, de las interminables cuestas arrastrando un trineo con 90 kilos desde el principio, la mitad al final, pero siempre con la motivación y determinación de llegar al final si no me pasaba nada grave».
Pero llegar hasta ahí no ha sido nada fácil. La abundancia de nieve y las continuas montañas de poca altitud fueron lo más duro las primeras semanas de ruta, ya que las huellas de los trineos de perros que pasaron un mes antes por esas tierras quedaron prácticamente borradas por la nieve nueva. A pesar de ello, fue mejorando el ritmo, y en los últimos días avanzaba más de 60 kilómetros diarios, tirando de su inseparable trineo.
«Las dos primeras semanas fueron durísimas. Las condiciones del terreno (menos nieve de la esperada, y en ocasiones tramos enteros cubiertos de barro y piedras) hicieron que avanzara muy despacio, mucho más de lo previsto», explica.
En esta aventura, Antonio está completamente solo. «Llevaba un teléfono para oír música al principio, pero lo perdí. Intenté deshacer parte del camino, 10 kilómetros, a ver si lo encontraba, pero tres horas para nada, no apareció. El resto del camino, he ido escuchándome a mí mismo y el deslizar de los esquís», cuenta. De hecho, el sobrecogedor silencio es una de las cosas que más destaca Antonio de la experiencia. «Es impresionante. Si dejas de andar o de moverte, el silencio es absoluto. Ni un ruido, quejido o susurro. Sólo, de vez en cuando, un cuervo gigante. Allí estas realmente sólo», explica.
Y es que en los más de 1.600 kilómetros que ha recorrido, ha cruzado algunas pequeñas poblaciones (de entre 40 y 300 personas, las más grandes), pero fuera de la ruta, nadie. «Bueno, no. Un día me encontré por la tarde a un tipo medio indio, medio esquimal, en mitad de la ruta, con su moto de nieve averiada. Estaba mal vestido, y a 30 kilómetros del pueblo, así que tenía muchas posibilidades de pasar una muy mala noche, o algo peor. Le dejé mi teléfono para que llamara a un amigo mecánico que le vino a buscar y se fueron. El tipo sólo llevaba una botella de whiskey para sobrevivir, no sé qué hubiera hecho si no me lo hubiera encontrado», recuerda Antonio.
La Iditarod de Antonio es muy distinta de la que se hizo famosa en España cuando perdió la vida tratando de rodar imágenes allí Félix Rodríguez de la Fuente, en 1980. Ahora, cada musher pasa años preparando la carrera, lleva 16 perros y tarda entre 9 y 11 días en recorrer los 1.700 kilómetros que separan Willow Lake de Nome. Antonio tenía previsto tardar, a pie o esquiando, unos 21 días, pero sus previsiones se vieron un tanto truncadas al inicio de la expedición.
«El principio avanzaba muy despacio. Para llegar a Rainy Pass -el punto más alto del recorrido- tardé un día en hacer 10 kilómetros, y tuve que montar hasta poleas para poder subir el trineo. Pero después he ido a mucho mejor ritmo, unos 50 kilómetros cada día, lo que supone unas 12 horas arrastrando el trineo.Se iba haciendo muy duro, pero esto se recupera en España con unos buenos chuletones de la Sierra Norte de Madrid, unas cañitas y un cocido de mi madre», explica Antonio, que no pierde la sonrisa, ni la cabezonería, ni un sólo segundo.
Menos complicado se le hizo al bombero en excedencia y aventurero de nacimiento, la zona más solitaria de la prueba, la que separa la pequeña localidad de McGrath hasta Ruby, más de 300 kilómetros en los que no tuvo ningún contacto humano, y donde sólo pasó por tres pequeños pueblos mineros abandonados, donde había algunas cabañas de madera derruidas y maquinaria, donde miles de personas vivían en estas tierras llevados por el trabajo en las minas y la fiebre del oro.
Su rutina comenzaba cada día al amanecer, cuando salía de la tienda y el saco, desayunaba y comenzaba a tirar del trineo -de unos 90 kilos de peso- colina arriba, colina abajo. «Hace ya muchos días que pasaron los mushers con sus perros, así que como ha nevado después, no queda apenas huella, pero sí he recogido algún envoltorio de comida. La ventaja es que tengo la ruta muy bien señalizada, es casi imposible perderse», explica. De hecho, gracias a la paja abandonada por los de la carrera -para que los perros duerman sobre ella-, Antonio pudo dormir «algo más calentito» varios días.
Hacía frío, ha llegado como hasta25 grados bajo cero, pero como estabaen constante movimiento, y llevaba buena ropa y material, la verdad es que de eso no me quejo, frío no he pasado salvo unos días esta última semana, que he tenido algunas tormentas que han sido un suplicio», señala. Y por si se encontraba compañía no deseada en la solitaria ruta, no se separaba ni un metro de su spray de pimienta. «Aquí hay tres tipos de osos: el negro, el grizzly y el gran blanco. Los dos primeros hibernan hasta mayo, por lo que no debería encontrar ninguno. Los blancos, que no hibernan, era posible encontrarme alguno en el último tramo de la ruta, pero no los he visto. El spray de pimienta parece funcionar a unos 10 metros de distancia, porque su olfato es muy sensible, así que lo llevo siempre colgado a la cintura, porque no sabes lo rápido que pueden llegar a correr estos bichos», dice.
Por el camino ha visto huellas de lobo, algún alce y wapitis -unos ciervos gigantes, del tamaño de caballos percherones-, incluso águilas calvas, «pero allí la vida se despierta en primavera».
¿Y ahora que acaba de cruzar la línea de meta? «Una cerveza. Lo que más echo de menos es estar en un bar con los amigos y tomarme una cerveza», dice Antonio. Sin embargo, no tendrá mucho tiempo para relajarse. Después del verano, sigue empeñado en embarcarse en otra aventura similar: cruzar el Atlántico, en solitario y a remo, por la ruta Senegal-Guyana Francesa. Nada menos que 4.700 kilómetros por una zona que los marineros denominan el «Everest de las rutas transoceánicas» por sus fuertes mareas y grandes olas.
«La diferencia entre lo posible y lo imposible está en nuestras manos», explica. «Y si no lo intentas, no lo consigues nunca. Estoy física y mentalmente preparado para abordar estos retos, así que… a por ello», cuenta. «Así que ahora a cambiar el agua en estado sólido por agua en estado líquido. porque ir solo no significa no estar acompañado».
Crónica del viaje por Antonio
El 9 de marzo luego de 7 días de caminata, ya sin equipo de foto y filmación, los últimos días han sido los 2 días mas duros que he tenido, medias de 10 km día, con pendientes inhumanas, pero por fin estoy en la parte mas alta del recorrido. Aquí en Rainy Pass, que no es un colladito sino 30 kilómetros de terreno sube-baja constante a casi 1000 metros de altitud, con vientos fuertísimos y temperaturas medias de -25 centígrados, esta noche la escarcha en el interior de la tienda era espectacular.
El 16 de marzo, en Nikolai recordó que un conocido Musher Donald Bowers, con varias participaciones en el Iditarod de Alaska, dijo que los trineos que consiguen llegar con éxito a Nikolai habrán pasado la parte más dura y técnica de la prueba y tienen muchas posibilidades de llegar al final en Nome!!!YA Estaba allí con UN TERCIO DE LA EXPEDICION realizada.“En estos 13 días, de los cuales 6 han sido en la absoluta soledad, arrastrando l trineo de 80-90 kilos por zonas de tierra, vegetación, rocas en incluso 1 día con gran subida de temperaturas por barro y charcos, por fin estoy en Nicolai, a 50 millas de Mcgranh. Bien de animo, fuerzas y para adelante, manos y pies fríos todo el día, espero que las condiciones de nieve de aquí en adelante mejoren y por fin pueda DESLIZAR con los esquís, aunque mi trineo esta bastante perjudicado por los continuos golpes”.
El 18 de marzo luego de dos días duros, con nieve en abundancia y noches realmente frías por la luna llena Antonio relataba “La condensación en la carpa me mantiene toda la ropa húmeda y no he podido dormir en las 2 noches, con lo que aprovechare mi paso por Macgran, único lugar medianamente habitado de todo la expedición, para hacer una paradita merecido de medio día, estoy realmente agotado y necesito recuperar fuerzas y secar la ropa”
El 27 de marzo luego de una semana de no cruzarse con nada en 300 kilómetros, ha llegado a Ruby, pequeño pueblo de unos 60 habitantes en la orilla congelada del río Yukon. Continúan las montañas, aunque pequeñas, pero ha sido la semana que mas ha disfrutado, el sol radiante cada día, los atardeceres y las frías noches, viento del Norte constante , todo a sido especial.
Ha podido caminar y a veces esquiar, a pesar de que las nevadas de la pasada semana taparon las huellas de los trineos de perros, con bastante regularidad y a un ritmo de maratón diaria, incluso realizando una jornada pletórica en el día 26 de marzo de 62 kilómetros para llegar a Ruby, récord personal en esta expedición.
Durante el recorrido ha pasado por algunos antiguos pueblos mineros abandonados, que tuvieron su auge en los años 20. También ha seguido la huella de lobos por más de 100 kilómetros. Le esperaba una dura semana de 350 kilómetros a orillas del río Yukon para llegar a Unalakleet, en el Pacifico.
El 2de abril, tras 5 días y más de 230 kilómetros sobre el río Yukon, con un sol radiante durante el día (aunque nunca llega a calentar) y muchísimo frío en las noches por la humedad del río congelado, se dirige hacia la costa. Lo separan de Unalakleet, 145 kilómetros y varias montañas.
Intenta recorrer diariamente unos 50 kilómetros, y para ello debe hacer 12 horas de actividad. Con la dureza del recorrido Antonio contaba “ He perdido peso aunque no paso hambre, pero sobre todo noto que me falta fuerza y energía, no hay milagros, además me despierto en las noches varias veces por el frío, aunque la moral sigue intacta. Esto se recupera en España con unos buenos chuletones de la Sierra Norte de Madrid, unas cañitas con los amigos, y unos cocidos y tortillas de patata de la mami, je,je”
Posiblemente la media de kilómetros baje en los próximos días, se planteaba parar un día completo para cargar baterías de cara a la recta final. Parece que en la costa no había nieve, sólo hielo y estepa, con lo que se teme que se hará durísimo.
El 4 de abril llegaba a UNALAKLEET, primer pueblo costero de la expedición, solo le quedaban420 kilómetros hasta Nome. Antonio al llegar a este poblado comentaba “Creo que estos últimos han sido los mejores días desde el comienzo, me he tomado un medio día de descanso en una pequeña cabaña de seguridad Iditarod para protegerse en días de tormenta durante la carrera de los trineos de perros o si algún nativo la necesita cerca de Kaltag , donde he tenido que firmar en la pared como todos los que han pasado por allí ..y he cargado las pilas a tope, el terreno muy bonito y variado, mezcla de bosque, senderos sobre ríos, turba, bastante favorable a pesar de haber subido un par de montañitas, buen tiempo, y aunque las mañanas son frías, las tardes son increíbles y todos estos días lo ultimo que veo son las puestas de Sol sobre el Oeste, la dirección de Nome, buena señal”
Llegando a la costa empiezan las zonas sin nieve, por suerte el sendero por estar mas pisado mantiene lo justo para esquiar pero como suponía le esperan unos 200 kilómetros donde faltara nieve en su mayoría, con fuerte viento del Norte, y nada de vegetación, solo turba y más turba, con lo que no será muy fácil.
El 6 de abril le faltaban dos días para llegar a Shaktoolik desde Unalakleet a unos 65 kilómetros. El primer día ha tenido que subir varias colinas junto al mar, que como esperaba estaban bastante escasas de nieve. Las temperaturas rondaban entre los -17 y – 22 grados y un viento congelador del norte que soplaba constante a unos 50 Km por hora. En una de las jornadas más frías de toda la travesía Antonio comentaba “me he tenido que poner ropa que aun no había usado, Goretex, plumas, doble guante con manopla y aun así he tenido que usar las bolsitas calienta manos que traía, infernal”
Pensaba continuar unos kilómetros mas pero decidió parar a dormir en el colegio de este pueblito, aprovisionarse y luego partir para el norte por la costa a través de 80 kilómetros con un viento terrible.
El 8 de abril llegó a Koyuk las temperaturas han bajado a -20ºC, y dos días mas tarde arribo a Elim, otro pequeño pueblo de la costa , solo le quedaban n 200 kilómetros para terminar la expedición, por camino del Oeste hacia Nome.
Ha tenido sin duda los días mas duros de toda la travesía, fundamentalmente desde Unalakleet a Koyuk, donde se enfrento a condiciones muy adversas, mucho frío, fuertísimo visto polar del Norte y escasez de nieve en algunas.
Por otro lado también estaba preocupado porque parecía que el trineo pesaba más que al principio y Antonio se le estaban acabando las fuerzas, sumado el problema es que el trineo estaba rajado por la parte de abajo, y esto lo frenaba mucho y además se le metía nieve compacta dentro. A tal situación Antonio comentaba “Le he intentado reparar pero no funciona muy bien, con lo que estoy hecho a la idea de arrastrarlo como esta, y cada 3 horas vaciar unos 6 a 8 kilos de nieve helada que le entran”
El 12 de abril a tres días de la meta arreglo el trineo con un «calituning», rajándolo hasta atrás para que no acumule nieve y con un trozo de trineo roto que se encontró lo colocó por dentro, esto no freno el acceso de total de nieve pero lo limitó. Los días soleados y las temperaturas «agradables» de -15 lo fortalecían para e tramo que le quedaba.
El 15 de abril de 2014 Antonio de la Rosa había terminado, estaba en Nome, estrecho de Bering. Se convertía así en el primer español en y confirmado uno de los únicos, 2 mas en el mundo (ninguno la ruta Norte) que han recorrido en solitario y sin asistencia con esquís y a pie las 1049 millas, casi 1700 kilómetros de la Iditarod Trail desde Willow, Anchorage.
Ha necesitado 43 días para recorrer esta inhóspita, dura, blanca y extraordinaria parte del mundo, donde ha disfrutado cada kilómetro de las interminables cuestas arrastrando el trineo con 90 kilos.
Y como muestra el ultimo mensaje de antoni0 “!Esta expedición va por vosotros, Graciasssss!!!! Y luego agregó “Pero esto no es mas que un 50% de mi proyecto 2014…como muchos sabéis en unos meses, y mi cabeza ya esta allí, estaré intentando cruzar el Atlántico a remo y también intentaré el polo sur en solitario”
LA IDITAROD ALASKA
En 1925 la difteria asolaba la ciudad de Nome. «Nome llamando… Nome llamando… tenemos un brote de difteria… no tenemos suero… requerimos ayuda urgente… Nome llamando… Nome llamando» rezaba el mensaje telegráfico desesperado que atravesó la fría tundra. Esta mítica carrera tiene su origen en este hecho y que motivó que un grupo de hombres y perros en relevos llevara a Nome las 3000 dosis de suero necesarias para salvar a la población. No había otra manera de hacer la ruta que con trineos tirados por perros. Fue el último relevo el que más fama alcanzó, el musher Gunnar Kaasen y sus trece perros liderados por el perro castrado Balto. En esta historia y como suele ocurrir en casi todas, hay claros y oscuros donde dos perros y dos hombres se disputan la gloria de la hazaña. Hablo de los perros Balto y Togo y del musher Seppala y su ayudante Gunnar Kaasen.
Leonhard Seppala era reconocido en Alaska como el mejor musher y criador de perros de trineo allá a principios del siglo XX. Como criador mantenía una férrea selección donde sólo los mejores permanecían en el equipo de élite, el resto de perros a los que él consideraba peores, eran castrados y relegados a tareas de menor importancia. Togo nació en algún momento de 1915 o 1916, hijo de Suggen el siberiano líder del clan de Seppala y de una hembra llamada Dolly. Fue el único perro de la camada, pequeño, con aspecto de zorro, a veces hosco y según el propio Seppala siempre travieso. Su primer dueño lo devolvió a la edad de los seis meses harto de sus travesuras. Fue regalado esta vez a una señora que quería tener un perro de trineo como mascota pero repetidas veces escapaba volviendo al criadero de Little Creek. Seppala resignado, consintió quedárselo dejando al aún cachorro correr libremente en los largos recorridos que les eran encomendados. El animal, posiblemente por la edad y su espíritu inquieto, molestaba al tiro mordiendo las orejas de los perros y escapando en piruetas mientras era increpado por el musher. Harto de la situación y ante la preparación en noviembre de un viaje a Dime Creek, Seppala ordenó dejar encerrado al animal dentro de una empalizada de más de dos metros y de la cual pasados dos días de su marcha podría ser soltado. Sin embargo en la noche del día que Seppala partió, el perro logró saltar la empalizada quedando enganchado de una pata boca abajo. Una vez suelto, dicen que no reparó en la herida y salió disparado perdiendose en la noche.
Seppala había acampado en Salomon. Cuando partió por la mañana, creyó que el grupo había captado el rastro de un ciervo pues tiraba con una fuerza inusual. Cuando subió el sol y amainó un poco el viento, vio por delante lo que parecía un zorro corriendo delante de ellos. Sin embargo sus ojos no podían creer lo que estaban viendo, era Togo el que alegre, marcaba el ritmo metros adelante. Sorprendido, vendó la pata del animal y no le quedó más remedio que ponerle un arnés y colocarle en una de las posiciones más atrasadas que es donde se colocaba a los perros más inexpertos. Sin embargo el perro volvió a sorprenderle pues demostró un saber estar y una determinación que le harían llegar a las primeras posiciones al final del día. Tenía tan sólo ocho meses y se convirtió en el líder indiscutible en poco tiempo más. Las crónicas dicen que es posiblemente el perro más viajado, calculandose unos 8.000 km.de recorridos por la fría Alaska. Nunca llegó a pesar más de 22 kilos y sin embargo es el perro que más mito alberga de cuantos han corrido en Alaska. Sin embargo las mieles de la historia serían concedidas por la prensa a Balto, del cual hay una estatua en el mismo Central Park de Nueva York y es quizás injustamente el perro más famoso de la historia.
Aunque inicialmente se pensó en un sólo grupo de perros que recorriera los más de 1.300 km que separaban Nenana de Nome y que tan sólo un musher, Seppala, lo completaría, el comité de crisis que se formó decidió en última estancia salvar la distancia dicha en 20 relevos de musher y perros. Sin embargo Seppala se había anticipado y recorrió gran parte del recorrido pidiendo a Kaaser, que mantuviera un equipo de reserva, ese del que hablaba al principio donde se encontraba el bueno de Balto Seppala recorrió 260 millas, el esfuerzo fue tal que Togo, con cerca de 10 años de edad,q uedó inválido para el resto de su vida. Atarvesaron la parte más dura y compleja de la ruta y por eso hoy en día son reconocidos como los mayores, que no únicos, héroes de tan tremenda gesta. Sin embargo la sociedad y la prensa de la época vio en Balto y Kaaser a los auténticos héroes y durante mucho tiempo fueron los únicos reconocidos. La causa viene dada porque fueron el último relevo que llegó con el salvador suero a Nome. Parece ser que la prensa de la época vio un ejemplo de superación en Balto, un perro castrado por no ser considerado inicialmente apto para la tarea del tiro de trineo. Al parecer Balto llegó como líder después que el verdadero líder se rompiera una pata y tuviera que ser sustituido. Después el imaginario colectivo y la ayuda inestimable de la factoría Disney hizo el resto.
Actualmente los perros que han corrido la Iditarod o los perros usados por el ejercito americano, son acogidos en casas de particulares que ven con orgullo poder dar un final digno y tranquilo a estos pequeños héroes.
QUIEN ES ANTONIO DE LA ROSA
Antonio de La Rosa ha corrido centenares de carreras de aventura. Si tienen memoria fue unos de los ganadores del Desafío de Los Volcanes en 2005, en 2013 estuvo entrenando en la Patagonia Chilena y recientemente como vimos en esta nota cruzó Alaska a pie.
Este año (2014) tiene planeado cruzár el atlántico en una embarcación a remo de 8 metros, desde Senegal a las Guayanas Francesas en solitario y en Noviembre de 2014 piensa hacer caminando el polo sur desde bahía Hércules al polo.
El cruce del Atlántico le llevará unos 4700 km de remo, en unos 50 días y la logística de navegación le demanda llevar comida liofilizada y fresca, también intentará pescar algo para nutrirse. Llevará una desalinizadoras eléctrica de bajo consumo que funciona con unas baterías con placas solares para poder hidratarse, lleva medios de comunicación como radio vhf y teléfono satelitál por si hay una emergencia o para informarse sobre el clima, tiene intención de remar 12 horas y las otras doce horas dormir o simplemente descansar. Todo va a depender de la climatología si puede remar remará 12, 14 o 16 hs, los días que tenga viento de cola remará más
«Alaska. Doctor en Alaska es lo más recurrente que escuchas cuando meses antes decidimos ir a Alaska. Sin embargo Alaska para mi se antojaba y así sigue siendo, como una de las últimas fronteras. A ver, fronteras quedan pocas salvo aquellas que nos inventemos aunque yo creo que seguramente haya lugares impresionantes y salvajes en lugares remotos de Rusia y China, el problema es que no existen en nuestro imaginario porque no los hemos podido ver. Somos la generación de las imágenes, hemos crecido con imágenes, tantas que a veces pienso que han condicionado demasiado nuestra imaginación. Me pregunto que imaginaba un explorador de hace un par de siglos ante lugares de los cuales jamás había visto, oído o leído absolutamente nada. Creo, y esto es un pensamiento, que tanta información nos limita, o quizás me limita. No lo se, como decía solo es un pensamiento.
Alaska germinó en mi imaginación gracias a una película con banda sonora incluida. Into the Wild dirigida por Sean Penn y con música de Eddie Vedder. Respecto a Jon Krakauer recomiendo que leán de él en la wiki para que descubrán a un personaje que ha navegado entre ser leñador, montañero, pescador y escritor.»
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