Amigos de la revista y de la vida, Charly Centineo y Marcelo Palahi demostraron en esta edición que el Cruce Tandilia sigue creciendo, año a año van fortaleciendo el equipo para brindarles a los corredores una carrera más que completa. Este año hicieron mucho hincapié en la cobertura de seguridad y sanitaria. Se cubrió la carrera con 5 ambulancias, tres cuatriciclos más los puestos de cruz roja en las sierras con 5 desfibriladores.
Sumado a las distancias conocidas agregaron la “Tandilia Vertical” una competencia en subida, rápida en donde los corredores el día viernes a la tarde tenían que recorrer 500 metros con un desnivel de 50 metros subiendo 314 escalones del Castillo Morisco en un sprint demoledor. Los ganadores fueron Sergio Hoffman 2 minutos 1 segundo y entre las mujeres hubo un empate entre Jesica Iriart y Julieta Fraguio que tardaron 2 minutos 51 segundos.
En la competencia de 60 km el ganador fue nuevamente Daniel Simbrón con un tiempo de 4:41:49 hs y la ganadora fue Roxana Flores 5:31:48 hs. En la prueba de 42 km el ganador fue Ariel Ots 3:15:23 hs y la ganadora Lorena Francani con 4:10:15 hs. En los 21 km el triunfo fue para Lucas Castro Feijoo 1:39 :19 hs y para Julieta Fraguio 2:02:18 hs y finalmente los 10 km quedaron en manos de Chiara Milena Mainetti con 0:52:45 hs y Juan Sebastian Gonzalez 0:55:42 hs.
Relato de Lali
Regálenme canciones y carreras. Néstor Pereyra tuvo la gentileza de regalarme el Cruce Tandilia. No se conformó con darme a vivir la carrera obligada para abrir el año en Argentina; un clásico que convoca a casi 2000 atletas a jugar por las sierras de Tandil en el marco de la organización brillante de Kumbre, además me regaló ser parte de la primera edición del km Vertical (una prueba individual que consiste en trepar lo más rápido posible 500 mts con 50 de desnivel) y me regaló también el honor de hacer equipo con él (es muuuy bueno) para la prueba de 42 km dividida en 2 etapas que disputamos con parejas de un nivel excelente este sábado y domingo pasados.
Llegué a Bs As el jueves y ahí estaba Diego, el primero de muchos amigos con los que ésta carrera me iba a hacer reencontrar. Es que al Cruce no falta nadie! Teníamos tanto para charlar, pensar, reír… de la vida, de Running Trip, de lo que se viene, que los 370 km junto a él y Pablito hasta Tandil pasaron volando.
Llegamos a la casa de Mari, la mamá rústica ( los rústicos son dos hermanos, buenos corredores, buena gente y obreros de la construcción tandilenses: Néstor y Leo) ahí nos esperaba una barra divina y una riquísima comida con un montón de amigos, Carlos y Marcelo (organizadores del evento), la familia a pleno tratándonos como reyes. Imposible no sentirse en casa ahí y luego en la casa de Néstor y Pilar que me trataron con un cariño que ya estoy extrañando.
El viernes, luego de la acreditación super ágil, donde recibimos un kit con tres remeras y repleto de regalos de los sponsors, corrimos el km Vertical. Fue intenso! 400 atletas largamos de a 1 con 15″ de diferencia entre uno y otro tras la cuenta regresiva y el anuncio comandado por Ariel Islas, el mejor conductor de eventos deportivos que haya conocido, arrancamos este desafío de trepar con el corazón al límite, sintiendo la arenga constante del público durante todo el recorrido hasta llegar a la meta escupiendo sangre. Si quieren adrenalina y entrega máxima, háganlo!
El sábado temprano, pude recorrer un poco más de Tandil, que es la tercer ciudad con mejor calidad de vida en toda Argentina. Un lugar que te tienta a quedarte por la amabilidad de su gente y la belleza de sus paisajes, donde además se come un queso delicioso! A la tarde largamos la primer etapa de los 42 km. Para mi alegría, entre otras parejas de altísimo nivel, enfrentábamos a Pablo y Virginia, que resultaron ser referentes a seguir por lo destacado de su desempeño deportivo y por su sencillez, su calidad humana, su amor por lo que hacen. El excelente nivel y la adrenalina de la largada tan multitudinaria, hicieron que arrancáramos a un ritmo vertiginoso que me fue imposible sostener. Sufrí los primeros 30′, pero ahí estuvo mi compañero conteniéndome, cuidándome y obligándome a disfrutar. Orgulloso de su tierra me hizo detenerme en los paisajes, me charló, me hizo reír y poco a poco, a medida que entrábamos en los terrenos técnicos (esos que amo) empecé a divertirme. Cuando me divierto, agarro ritmo. Se hizo la magia al ritmo de «Vamos charrúa!», «Como te gusta la camorra», «Que motor tenés Lali!».
Así fuimos ganando posiciones, con un gran trabajo en equipo. Justo ahí, cuando estábamos picantes y éramos pura sinergia, cometimos el error de no atender el recorrido y seguir al malón. Equivocamos el camino y tomamos una senda que nos llevaba a las marcas de otro tramo de la carrera. Tarde, ya en la ruta, nos avivamos. El resto de los corredores que estaban con nosotros decidieron seguir por la ruta hasta la meta. Néstor y yo volvimos al campo a buscar el circuito correcto, no lo logramos. No completamos el circuito y fuimos hacia la meta conscientes de nuestro error y dispuestos a aceptar la decisión que la organización creyese justa. A la noche, muy cansada y bastante frustrada por haber sido tan burra, me fuí con Diego a comprar unas pizzas a un bar. No todo es rosas. Me había ido de Montevideo con preocupaciones grandes. Además, el viernes había recibido una noticia devastadora. La idea era que la carrera me ayudara a tomar aire y transitar esas cosas de la mejor manera posible. Entramos a la pizzería y había un show de tango en vivo. Una chica, cantaba muy bien «Íntimas», un tango que me regaló un amigo hace 8 años. Acepté el regalo, comí pizza y me dormí.
La mañana siguiente rumbo a la largada, se coló en la radio del auto de Diego Zitarrosa cantando. Le pedí que subiera el volumen. Agradecí. Otro guiño. Otro regalo. Largamos la segunda etapa. Tuvimos suerte que no nos descalificaran. La sanción constó en una recarga de minutos. Salimos mucho más conservadores. Decididos a hacer una carrera viable e inteligente. Somos ultras, calentamos motores y nos recontra divertimos. Nos consagramos como equipo. Néstor, que es un toro de fuerte me llevó descansando en cada repecho agarrada de él. Yo gocé cada trillo peleador de Tandil. Jugué. Recibí el cariño que me tocaba por ir con el rústico al lado, me puse fuerte con cada grito. Fuí Lali feliz (como dice Tania) «indiando» por las sierras. Llegamos a la meta chochos, con el tío, en 4to lugar, siendo amigos y seguros de que es la primera de muchas carreras que vamos a hacer juntos. Esperamos la llegada de gente querida. Abrazamos amigos. Nos emocionamos con la carrera de niños tan bien relatada por Ariel.
Participamos de la premiación más generosa que haya visto. El Cruce Tandilia entrega premios, premios y más premios! Le dedico este fin de semana de dar lo mejor de mi a mi amigo Santiago. Un tipo demasiado sensible para este mundo tan cruel. Santi era honesto, inteligentísimo, lindo, divertido, generoso, peleador, rebelde, inaccesible, recto, aturdido. Me enseñó a amar el tango. Adoraba a Zitarrosa, mi amor imposible. Le regalé hace 10 años su biografía, muy orgullosa y feliz de darle algo que le gustara tanto. Santi no corría pero estaba pendiente de las carreras. Me escribía cada vez que hacía un podio «Lali, soy feliz de verte feliz», poca gente hay que quiera así de genuinamente. Santí no entendía nada y por eso entendía todo. Me regalaba canciones constantemente. La última fue la que escuchaba tanto de niño: «La marcha de la bronca». A Santi le enojaba ver » tanta mentira organizada» y a mi también. Dí por sentado el abrazo que nos debíamos y nos prometimos. Dí por sentado volver a cocinarle una tortilla de papas. Dí por sentado volver a cantar con él y su cavaquinho. El viernes supe que eso no va a suceder. La vida es hoy, me enseñó una sabia con la que me crucé el sábado. Estaba muy triste porque mi amigo regalador de canciones no estaría más y me lo encontré en una pizzería en Tandil a la noche en forma de tango, el domingo se coló con Zitarrosa en la radio de un auto y sonreí. Le voy a hacer honor. Lo voy a llorar mucho y lo voy a abrazar en cada canción, en cada carrera que me haga sentir buena, linda, rebelde y feliz. Como a él le gustaba. Si me quieren bien, regálenme canciones y carreras. Si se quieren bien, regálense canciones y carreras. Amé el Cruce de Tandilia. Gracias por leerme.