Por Andar Extremo entrevista a Mariano Galván
Relato Mariano Galván
fotos Mariano Galván
Cómo ves al Mariano Galván, montañista efectivo con 6 ochomiles desde 2011?
Creo que en todo este tiempo he ganado mucha experiencia, pude planear y ejecutar de manera eficaz los desafíos que me he planteado. Para hacer un breve resumen, en 6 años realicé 6 expediciones, en las cuales he intentado 8 de las catorce montañas más altas del mundo, y de las cuales pude llegar a la cumbre de seis de ellas.
Creo que eso refleja la preparación, la planificación, y el nivel de compromiso con el que encaro cada una de las montañas. Pero lo que juega en contra a veces es el exceso de confianza que se genera al acertar muchas veces, se quiere ir cada vez más ligero, más rápido y por ahí uno se olvida de cosas esenciales o comete errores de principiantes. Es difícil mantener el balance entre experiencia y confianza. Se debe estar muy atento siempre y, por sobre todo, se tiene que tener la capacidad de acallar el ego que siempre quiere salir a ser protagonista y lo único que se obtiene cuando aparece son errores que se pagan caro.
Cuál fue tu crecimiento y visión como montañista en estos últimos años?
Es importante tener una visión de lo que uno quiere tanto en la fase como guía de montaña y como montañista. El amor es el mismo por cada tarea, pero las visiones sobre esas dos facetas que conviven, es diferente.
Por un lado, como deportista, pretendo seguir escalando con el mínimo de impacto posible sobre la montaña, empujar mis propios límites a sabiendas que estoy arriesgando mucho en seguridad. Con esto quiero ser muy claro, en todos los deportes hay una práctica medida, responsable, pero que necesita de otros que empujen más allá de los límites y que se jueguen un poco más para continuar con la evolución de este deporte. No hay que confundir por ejemplo el manejo de un auto a la velocidad extrema de un auto de carreras. Obviamente que este último va a estar más expuesto a accidentes, pero es inherente a la actividad misma y hay gente como yo, que está dispuesta a asumir esos riesgos.
Mi visión como guía sigue siendo la de llevar a la gente a la montaña con el menor impacto, pero a la vez brindarle un entorno lo más seguro posible, y para eso sé que se deben usar en casos extremos, cuerdas fijas, tubos de oxígeno, etc… A la vez me siento feliz de poder acercar las montañas a gente común, pues sé que es una oportunidad importante para ofrecerles una perspectiva diferente de sus vidas.
Porqué elegiste al Dhaulagiri este año?
La verdad es que no esperaba subir el Dhaulagiri. Las conversaciones con la empresa de Nepal eran para subir el Makalu, y dos días antes de subirme al avión me comunicaron que la expedición con la cual iba a compartir permiso había cancelado, y si quería seguir con la idea de escalar el Makalu debería poner unos 3mil dólares más. Como podrán imaginar no contaba con ese dinero y les pregunté cuál era la opción, y me dijeron que todavía quedaba lugar para sumarme a una expedición al Dhaulagiri y, que de esa manera, me conservaban el precio que habíamos acordado. Por lo que tuve que ponerme a estudiar en muy breve tiempo, las rutas de ascenso y ambientarme a esta nueva montaña. No hubo mucha decisión consciente en este 8mil, fue un poco el azar el que me puso allí. Creo que ésta y otras veces la montaña es la que me elige.
Se complica con el paso del tiempo portear todo el equipo?
Lo bueno es que con el paso del tiempo y la tecnología que hay en el desarrollo de prendas técnicas, equipos, tiendas y demás, hace que éstas sean más livianas. Lo malo es que uno se va poniendo más viejo y no tiene la misma fuerza con la que contaba en mis primeros años. Por eso también es que se debe entrenar mucho más para seguir teniendo los mismos resultados.
Cómo te trató este gigante?
Sentí a esta montaña especialmente difícil por el clima, recuerdo que todos los días se repetía la misma rutina en cuanto a temperatura. Amanecía con un cielo totalmente despejado luego, a partir del mediodía, se nublaba y no dejaba ver el sol hasta el día siguiente. Recuerdo que en dos oportunidades pudimos ver el atardecer y todos salimos de nuestras carpas a disfrutar de ese maravilloso espectáculo. Todos quedamos contemplando y sintiendo los últimos rayos de la tarde, como si de un raro fenómeno se tratara. En lo que a la montaña se refiere, el terreno hasta el campo 2 no representaba mucha dificultad técnica ni grietas importantes, sólo había que cuidarse de las avalanchas. A partir de ahí hasta los 7300 mts (donde coloqué el tercer campamento) era una pendiente de unos 50 ° en hielo que contaba con partes de hielo azul, lajas y cubierta de nieve que hacía muy complicado su ascenso, por lo que la fijación de cuerdas en este sector fue un factor muy importante para poder transitarla con seguridad. Desde el campo 3 en adelante, la ruta normal contaba con una travesía que se extendía por muchos metros, y que era un punto crítico dependiendo de las condiciones de la nieve. Aquí muchas personas han perdido la vida, por lo que se debe ser muy cuidadoso. Para finalizar, un corredor de unos 60° de inclinación hace que tengas que esforzarte por transitar los últimos metros que llevan a la cumbre. Afortunadamente este tramo lo encontré en condiciones de nieve muy amigables y pudimos, junto a Alberto Zerain, escalarlo en libre, siendo los primeros en transitar por ese sector antes de que se fijaran las cuerdas fijas.
Cómo viviste la cumbre?
Fue una cumbre muy especial, porque en ella compartí el abrazo con el escalador vasco Alberto Zerain que me acompaño en todo el tramo que comprende desde el campo 3 hasta la cumbre. Fue muy reconfortante poder charlar y compartir una montaña tan intensa con alguien como él, que además de ser muy fuerte, tiene una trayectoria de más de 30 años de montañista y, a su vez, él estaba cumpliendo su octavo 8mil. La alegría compartida es una energía que se multiplica mucho. Espero poder compartir más cumbre con escaladores como él en el futuro.
Y la bajada?
La bajada fue interesante porque como todo el mundo sabe, los accidentes se producen generalmente en esta etapa, por lo que requiere el máximo de concentración. El clima hasta la altura de 7300 ms., donde se hallaba mi último campamento, era bastante bueno. Al llegar allí, me zambullí en el interior de mi pequeña carpa y pude tomar un poco de agua y comer, pero no quería permanecer ahí, sino descansar en el campo base y comer la deliciosa comida que siempre me preparaban. En contra de mi voluntad y teniendo que movilizar toda mi energía de reserva, empaqué todo, guardé la tienda de una manera un poco desordenada en el interior de mi mochila y con el enterito de pluma, seguí bajando. Pero el mal clima no tardó en hacerse notar y comenzó a nevar. A duras penas lograba ver las banderas que se colocan en las cañas de bambú y así, de a poco, fui desandando mis huellas. Por momentos me encontraba en un mundo blanco casi irreal y me sentaba como un niño caprichoso sobre la nieve. Estaba agotado y todo mi cuerpo pedía a gritos un descanso. La escalada había comenzado el día anterior a las 11pm, y eran las 6pm y mis piernas se movían de a ratos, negociando descanso con pasos. Así, en una batalla entre la mente y el cuerpo, fui bajando metro a metro. Estaba agotado pero a la vez disfrutaba ese mal clima y la pesadez de mi cuerpo…estaba nuevamente en el lugar que quería estar, haciendo lo que me gusta, es más, a veces sonreía cuando una ráfaga de viento me golpeaba tan fuerte que me tiraba al piso. Finalmente a las 10.30 pm llegue al campo base. Casi 24 hs de escalada, nada mal para mis 36 años. El plato de comida caliente no tardó en llegar, junto a una cerveza y una coca. Ahora sólo restaba entregarme sin pausa a un sueño reparador.
Qué se viene en ochomilismo?
En mi ochomilismo, siempre digo que viene una pausa, que necesito un descanso, pero en realidad no quiero decir eso porque en cuanto tenga una nueva oportunidad saldré corriendo tras una nueva montaña. No sólo me gusta su majestuosidad, sino el desafío y la aventura que es llegar hasta ellas. Hay mucho más que escalar cuando uno entra en este mundo de “ los Himalaya”. La otra dura realidad es el financiamiento, cada vez más difícil, pero mientras pueda, voy a seguir adelante con este sueño.
Agradecimientos:
A Marquitos, sobre todo, por darme este espacio de expresión y desahogo casi terapéutico, y también por brindarme comida al regreso de mis viajes en lo “del chino”…esa comida es tan importante como un batido de proteínas, y no sólo para el cuerpo sino también para el alma. Gracias MARCOS, y a toda la producción de la revista Andar Extremo.
Quería agradecerle también a Mountain HardWear por toda la indumentaria, así como también a Garmont, y Goal Zero, que con sus productos cubro todas las necesidades en equipamiento para mis expediciones. Gracias a todos los que difunden esta hermosa actividad y, obviamente, a los amigos, familia y demás gente linda que hace posible estos viajes.
Relato de Mariano
“Es 15 de mayo, y ya hace unos 20 días que me encuentro en el campo base del Dhaulagiri. Aquí los días se repiten casi al infinito: por la mañana despejado, cielos azules y luego del medio día a más tardar las nubes lo cubren todo, y dejan caer su pesada carga de suave granizo o copiosas nevadas, todo depende de la voluntad de los dioses de la montaña.
Muchos grupos han ido a intentar cumbre y hasta casi me convencen a mí de ir con ello pero, a último momento y gracias a la tecnología con la que cuenta Carlos Soria, puedo acceder a un buen pronóstico y veo que lejos está de ser el día soleado, fuertes vientos soplarán en los siguientes días, para luego dar una breve calma para los días 18 y 19. A regañadientes me recluyo en mi tienda unos días más, tratando de confiar mis últimas fichas a este informe meteorológico, pero nada es seguro con el clima en esta parte de los Himalayas. Debido a condiciones geográficas y climáticas es casi imposible predecir o estimar un pronóstico. Confiando también en las lecturas propias del clima decido esperar un poco más y finalmente el 16 de mayo me lanzo en busca de la preciada oportunidad de llegar a lo más alto de esta montaña.
Tras un breve desayuno a las 3:30AM salgo con todo mi equipo hacia el campo 2, distante unos 2100 ms. del campo base, es decir a unos 6678msnm. Llevo todo lo necesario para mi permanencia en la altura. Me he acostumbrado a no realizar depósitos ni acarreos previos, algo no muy común en este mundo, donde lo habitual es portear previamente tiendas, gas comida, enterito de pluma, etc., lo más alto posible y de esta manera guardar un poco de energía para el asalto final. Pero no es mi caso, yo subo y bajo con todo mi equipo. No tiene mucha lógica, pero me gusta así, por lo que hoy estoy llevando unos 15 kg de equipo por un extenuante desnivel. Finalmente y luego de seis horas y media, me encuentro en el añorado campo 2. Entre resoplidos y un frío que empieza a calar rápidamente en los huesos, monto mi tienda en una precaria terraza y me dispongo a pasar lo que queda de la jornada entre bebidas calientes y tareas del hogar (secar medias, botas, cargar elementos de electrónica, etc.). Este día es aceptable y el sol, las nubes y el viento logran un buen balance y me permiten descansar lo suficiente como para afrontar el siguiente día donde me esperar unos exigentes 700 metros de desnivel hasta el siguiente campamento. Por suerte, en la mañana del 17, el sol se hace presente muy temprano y me permite a las 5:30Am ponerme en marcha hacia mi nuevo destino. Nuevamente el llevar todo el equipo se hace notar, esta vez con más intensidad. Todo cuesta mucho y aquí las cuerdas fijas se convierten en un aliado fundamental ya que hay muchos tramos con hielo cristal y la nieve ha cubierto gran parte del mismo, por lo que sin la ayuda de las cuerdas esto se convertiría en una trampa mortal. Me maldigo al tener que usar unas cuerdas que no he fijado y siento que hago trampa. No me siento del todo cómodo con este tipo de ascenso pero no hay opción, sólo cuento con una piqueta técnica y un bastón, por lo que no me puedo asegurar un ascenso en libre…una lástima pienso para mis adentros…
El siguiente campamento a 7260msnm es sobre una ladera de unos 35 -40°, por lo que instalar la tienda se convierte en una tarea muy trabajosa y dolorosa para los pulmones que se esfuerzan por asimilar el aire enrarecido.
Me dejo caer dentro de la tienda nuevamente cerca del mediodía, para luego repetir las tareas cotidianas. Tengo esperanza de comenzar en unas 12 hs más, pero cuando se creía que estaba todo bien, súbitamente a las 7pm, se desata un viento muy fuerte que sorprende a un grupo que ya había tomado la decisión de salir. Me preocupo por ellos porque la intensidad del viento alcanza por momento los 100km/h, y al mismo tiempo que veo cómo hago para que mi débil refugio no se deshaga en pedazos, pienso que mi oportunidad de intentar una cumbre se desvanece con el paso del tiempo. La noche la paso entre sacudidas y listo para abandonar ese campamento en caso de que la tienda no pueda soportar. Me apresto a ponerme toda mi ropa, enterito de pluma, arnés, botas dobles, linterna y gafas de ski…así es como paso la noche dentro de la ligera bolsa de dormir, sí, con las botas puestas y arnés. No queda otra, hay que estar preparado para cualquier infortunio.
Afortunadamente la tienda Direkt 2 de Mountain Hardwear se comporta de maravilla, y su delgada capa y sus dos varillas resisten los embates del viento, me siento bendecido cuando el sol asoma por la mañana y aun cuento con mi refugio intacto. Con el pasar de la mañana el viento amaina y me puedo comunicar con Alberto Zerain para ver cuál es su plan, y si tiene más novedades del clima. Lamentablemente sí, y no son de las mejores. Un conocido que les lleva los partes meteorológicos, le anuncia que vienen días malos. Inmediatamente decidimos bajar pero lo convenzo de pasar una noche más ahí y ver qué pasa si no, definitivamente al día siguiente nos bajaríamos y abandonaríamos el intento a cumbre…derecho a casa así, sin más.
Nos dejamos sorprender por el clima y paulatinamente el viento decrece a lo largo del 18 de mayo y nos deja a nosotros con la responsabilidad de intentar una cumbre o no. Afortunadamente nos apoyamos mutuamente y decidimos lanzarnos a la cumbre a la medianoche, así como también unas expediciones con las que compartimos el campamento, deciden lo mismo. Nosotros dos sin oxígeno y otros cuatro más escaladores con oxígeno apostamos por un intento. La noche de luna llena se presta ideal para el ascenso, pero no me siento del todo cómodo y Alberto con su gran capacidad física se me separa unos cuantos metros por varias horas. Finalmente logro cambiar el aire y puedo seguirle tímidamente los pasos. Nos sentimos felices por la oportunidad que tenemos de intentar la cumbre. El día llega sin nubes y con una suave brisa hasta los 8mil ms. No lo podemos creer, estamos casi sin darnos cuenta a punto de cumplir otro hito en nuestras vidas, en mi caso mi sexto 8mil y en el caso de Alberto su octavo!!, además en el caso de él, hace siete años que no corona una cumbre de tanta altura. Me siento alegre de tener un compañero con el cual compartir anécdotas y vivencias, emociones, y con el que nos motivarnos mutuamente en esta difícil tarea.
Llevamos en nuestras mochilas unos 100mts de cuerdas para ayudar a fijar los últimos metros de recorrido, pero los sherpas nos piden las cuerdas a unos 8050 msnm y gustosos se las entregamos. Ahora sí, liberados de esa carga, nos miramos cómplices y decidimos ir por los últimos 100 ms. del corredor que lleva a la cumbre en libre, con una piqueta y un bastón. Nos apañamos en la tarea de escalar este corredor adelantándonos a la tarea de los sherpas, nos sentimos afortunados de poder hacerlo de esta manera ya que nos da la oportunidad de disfrutar la cumbre muchos minutos antes que los otros escaladores con oxígeno y sus respectivos sherpas. Así que todos contentos, aunque nuestra alegría se entrecorta cuando al finalizar el corredor encontramos el cuerpo sin vida de un escalador. Tratamos de ignorarlo pero es muy obvio, el recordatorio de lo frágil que es la vida se hace presente una vez más y tras un breve silencio, disfrutamos de la cumbre que nos ofrece una vista de 360°. Observamos el Annapurna a lo lejos, y las montañas multiplicándose en el horizonte. Nos abrazamos y cumplimos con las labores propias de las cumbres: fotos, videos, agradecimientos, etc… Pero esta cumbre es muy distinta para mí, tengo un compañero al cual abrazar y decirle: “Lo hemos logrado”, agradezco por eso a los Dioses y por muchas otras cosas más. Gracias Alberto Zerain por compartir esta cumbre. Lujo de montañista y de persona.
La bajada como siempre no está exenta de peligros y el buen clima se desvanece, afortunadamente llegamos a nuestro último campamento y decido continuar la bajada hasta el campo base. A duras penas logro desmontar mi tienda y mis cacharros que se encuentran a 7200 msnm, y muy desprolijamente los coloco en mi mochila. Sin prisa, y con muuuchas pausas me dispongo a bajar hasta el campo base. En este largo camino las nevadas, neblina, vientos y demás inclemencias climáticas se hacen presentes, pero trato de ser indiferente a ellas y me consuelo con los beneficios de bajar hasta los seguros 4600 msnm del campo base. Finalmente a las 22:30 hs llego a mi anhelado refugio. Han sido casi veinticuatro horas de andar, escalar, rapelar y demás. La recompensa? un buen plato de Dalbat y la satisfacción de poder seguir cumpliendo mi sueño: ”escalar montañas para sentirme vivo, y vivir para aprender más de ellas”
Gracias familia por entender mi locura. Amigos, gracias por estar al pendiente de mis anécdotas y darme el empujoncito que se necesita para seguir apostando a lo que uno ama. Gracias Mountain HardWear Argentina, Garmont Outdoorgear y mucha otra gente que en silencio aporta pequeñas grandes cosas, fundamentales para el desarrollo de estas expediciones.”