por Natalia Riego y Marcos Ferrer, fotos Javier Lucca
¿Estás emprendiendo esta aventura en solitario?
No, no estoy solo en esta travesía. Mi compañera de vida inició el viaje conmigo, brindándome su apoyo durante los primeros doce días. Luego, un amigo de Jujuy tomó el relevo, seguido por un ciclista que encontré en Cachi. Mis padres se unieron en Cafayate por unos diez días, y después, un amigo de Venado Tuerto y su padre me acompañaron. La logística se va tejiendo espontáneamente. Coordinar con otros es complejo debido a sus compromisos, y en ocasiones me he encontrado solo. En esos momentos, avanzo durante el día y por la tarde regreso a buscar mi casilla. Aunque a veces viajo solo, frecuentemente cuento con compañía. Si necesito desviarme de la ruta, por ejemplo, para pasar la noche en un pueblo cercano, detengo el reloj, me subo al auto y al día siguiente retomo la marcha desde el mismo punto.
Del 18 de septiembre de 2023 al 10 de enero de 2024 recorrí 3100 km de la Quiaca al Bolsón
¿Cuántos kilómetros cubrís en un día?
Cuando cuento con asistencia y me siento en plena forma, intento recorrer entre 40 y 50 kilómetros. Ha habido jornadas de apenas 12 kilómetros y otras de hasta 58. Algunos parajes son inhóspitos y monótonos, lo que exige fortaleza mental. Las piernas avanzan por inercia; lo crucial es permitirles descansar, nutrirse con algunos cereales y continuar a un ritmo pausado. En San Juan y La Rioja, el calor intenso ha mermado mi rendimiento.
¿Cómo te adaptaste a la altitud, comenzando en La Quiaca?
Inicié el 18 de septiembre de 2023 y, a pesar del aumento de pulsaciones debido a la altitud, no experimenté síntomas adversos que me impidieran continuar. Aunque correr se volvió un desafío al alcanzar casi los 5000 msnm en el Abra del Acay, no sufrí mal de altura. Practico el método de respiración 100% nasal, Oxygen Advantage, que mejora la oxigenación celular y me ha sido de gran ayuda. Aunque la carrera se dificulta en la altura, este método me ha permitido avanzar y trotar en terrenos más llanos o pendientes suaves.
¿En qué consiste el método de respiración Oxygen Advantage que utilizas?
Es una técnica de respiración exclusivamente nasal, tanto para inhalar como para exhalar. Comencé a practicarla cuatro meses antes de la travesía. Al principio fue desafiante, ya que estamos acostumbrados a respirar por la boca. Empecé a dormir con una cinta en la boca para inducir la respiración nasal. El cuerpo es sabio y se adapta; no te asfixias y al día siguiente te despiertas más descansado y energizado. Aunque durante el día hablamos y respiramos por la boca, aplico este método en momentos de descanso, colocándome una cinta en la boca. Los beneficios en resistencia y recuperación son notables tras unas semanas de práctica.
¿Utilizas suplementos o tienes una alimentación consciente?
No recurro a suplementos debido a su costo y porque prefiero confiar en la respiración nasal y en la capacidad natural del cuerpo. Mi dieta se basa en alimentos naturales: quinua, lentejas, garbanzos, pasta, arroz, frutos secos, y una abundancia de frutas y verduras. Aunque ocasionalmente disfruto de un asado o una cervecita en eventos sociales, me esfuerzo por mantener una alimentación saludable, equilibrada y lo más natural posible, resistiendo la tentación ofrecida por la gente que me cruzó en el camino.
Soy estructurado y día a día me voy adaptando a lo que se me presenta, trato de vivir el presente, me saca la ansiedad quitando la ansiedad de la cabeza
¿Qué te dice la gente en el camino?
Lo más inspirador de esta jornada son las personas y las historias que se entretejen cada día. La generosidad humana es abrumadora, desde aquellos que te invitan a compartir su mesa hasta los escépticos que dudan de tu hazaña. Me dicen: “¿Vienes corriendo desde La Quiaca? ¡No puede ser verdad!” Pero también hay quienes se asombran y ofrecen lo que pueden, desde un vaso de agua hasta contactos valiosos para el camino. Se forma una especie de familia itinerante; conoces a alguien en Jujuy y esa persona va pasando la voz, creando una cadena de solidaridad. Cicloviajeros y rodanteros se suman a la travesía, intercambiando mensajes y experiencias. La ruta está llena de vidas extraordinarias, cada una con su propia realidad. Incluso los camioneros me han ofrecido dinero, y la ayuda de la gente es un bálsamo para el alma en los momentos de desánimo.
¿Qué cambios físicos y mentales has experimentado en los primeros meses de viaje?
Físicamente, estoy más delgado que nunca, pero mi ánimo ha aumentado exponencialmente. Me despierto lleno de energía, ansioso por correr y enfrentar las incertidumbres del día. Con el paso de las horas y los kilómetros acumulados, el cansancio se hace presente, pero es parte del desafío. Mentalmente, he aprendido a desestructurarme. Antes del viaje, mi vida era orden y rutina, pero ahora abrazo la incertidumbre. Si los planes fallan, simplemente me adapto y sigo adelante. Esta aventura me ha enseñado a manejar la ansiedad y a vivir plenamente el presente. Apreciar lo vivido en lugar de anhelar lo que falta es una lección invaluable. Me siento orgulloso de haberme atrevido a soñar con este proyecto. Cada paso es un aprendizaje, una lección de vida.
¿Cómo enfrentas las adversidades climáticas?
El viento zonda es inhumano, con temperaturas que superan los 40 grados, polvo y bebidas que apenas logro refrescar. A pesar de las incomodidades y los desafíos físicos, hay un espíritu de supervivencia que me mantiene vivo y alerta. La sociedad moderna nos ofrece comodidades que, a menudo, nos hacen olvidar lo poco que realmente necesitamos. Llevo dos meses viviendo en una casilla de apenas 8 metros cuadrados, rodeado de paisajes naturales que quitan el aliento. Los amaneceres y atardeceres, un simple plato de avena, un café con leche compartido con otros viajeros o mis asistentes… esos son los momentos que enriquecen la vida y permanecen en la memoria para siempre.