En 11 febrero de 2023 vuelven los cuatro integrantes que realizaron la travesía a repetir el tramo final en kayaks: Alfredo Barragán, José Luis Godoy, Jorge Iriberri y Rubén Tablar rememoran cincuenta años después una expedición icónica que fue lo que originó el Centro de Actividades Deportivas, Exploración e Investigación.
Aquellos muchachos sedientos de aventura que hoy rondan los 75 años volverán al Colorado para agradecerle al río y a sus pobladores ribereños que los apoyaron en aquel verano de 1973. En las tres ciudades que abarcará la nueva travesía simbólica, preparan una gran fiesta para ese día. Se crearán tres plazoletas alegóricas junto al río: en La Adela (La Pampa), Rio Colorado (Rio Negro) y Pedro Luro (Buenos Aires). Participarán la Armada, Prefectura, Instituto Geográfico Nacional, Servicio Hidrografía Naval, Academia Nacional de Geografía, etc.
«En el Río Colorado se cerró un capítulo determinante de nuestras vidas y se nos abrió una puerta infinita al mundo de la exploración” Alfredo Barragán
Hoy el Río Colorado tiene otro panorama, afectado por la sequía y la disputa por el agua, con un bajísimo caudal. Cuando llegaron a Fortín Mercedes el 11 de febrero de 1973, el Colorado tenía un ancho de 200 metros y dos de profundidad. cincuenta años después el mismo lugar está lleno de bancos de arena, el cauce es de 20 metros y el agua llega a la rodillas. La administración del agua y el impacto del cambio climático serán tema de debate durante la conmemoración.
Esta expedición les abrió la puerta del mundo infinito de la exploración, originó el CADEI con más de 30 expediciones, en 50 años, en 5 continentes. Sin dudas el resultado final de todo esto es un patrimonio cultural excepcional, único, que será el contenido inicial del Museo de la Exploración, con la historia de los descubrimientos geográficos, a crearse en Dolores.
LA EXPEDICIÓN RIO COLORADO 1973
La idea surge un año antes de realizar el periplo, de la charla entre cuatro amigos. Se enteraron que el Río Colorado, que cruza por cinco provincias (Mendoza, Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires), nunca había sido navegado en su totalidad, luego de planificar, llegaron a la conclusión que utilizarían dos botes inflables, con un piso de lona y sobrepiso de madera. Eran muy lentos, con un bordo alto (mucho bote fuera del agua) y en un cauce quieto costaba moverlo.
La expedicionarios llegaron a la zona de la naciente en un Chevy, con toda la carga en un carro. Cuando se terminó el camino, en el paraje de Butacó, para llegar a la naciente del Colorado, tuvieron que hacer los últimos 7 kilómetros en caballos y mulas que les facilitó una familia mapuche, los cuales les indicaron el cauce de un arroyo para poder llegar.
El 16 enero de 1973 comenzaron la travesía, se tiraron al agua en los dos gamones en la cordillera, en la confluencia de los ríos Grande y Barrancas, justo en el límite entre Mendoza y Neuquén. No sabían que iban a convertirse días más tarde en los primeros en navegarlo de punta a punta; terminando la travesía en Fortín Mercedes, unos kilómetros antes de llegar al mar, donde el cauce se desdibuja confusamente. En cada bote llevaban 150 kilos de equipamiento, más los dos integrantes y en el agua se sacudían mucho, sobre todo en los rápidos. El caudal del río se había acrecentado a fines de 1972, pues una nevada excepcional ensanchó en forma peligrosa los márgenes del río. Por este motivo los navegantes tenían que mantener la línea de avance con sus remos de madera. La crecidas creaban muchos brazos y a veces erraban el cauce y se encallaban. En otras, las piedras del lecho perforaban el bote y había que emparcharlo, esperar toda la noche a que secara y vuelta a remar al día siguiente. No tenían cartas náuticas pues en ese entonces no existía. Tampoco existía el GPS ni ningún medio de posicionamiento global.
«Fue un bautismo de fuego para las hazañas que siguieron como cruzar el Atlántico en balsa, el mar de las Antillas en kayaks, los Andes en globo, escalar el Aconcagua, etc, son más de 30 expediciones en 50 años y en cinco continentes» Alfredo Barragán
El viento sopló en contra 23 días de la travesía, que se dividió el tres etapas: desde la naciente hasta 25 de Mayo, desde 25 de Mayo a Río Colorado, y la última desde Río Colorado hasta Fortín Mercedes. Primero los acompañó a la vista el volcán Tromen, luego aparecieron las barrancas que con el correr de los días se convirtieron en bardas. El paisaje se fue achatando hasta terminar como un río manso de llanura.
Despertaban al amanecer. Desarmaban la carpa y cargaban todo y lo ataban en los botes, porque en los rápidos se sacudían mucho. Al mediodía comían algún salamín, un trozo de queso, o una lata de sardinas con pan. Cuando caía el sol, buscaban una zona playa y armaban la carpa canadiense. Comían fideos o arroz. Tuvieron suerte en alguna ocasión que cruzaron un puesto y asaron un trozo de cordero que les regalaron. Tomaban solo agua del Río Colorado, que la dejaban sedimentar en una olla para que no sea tan oscura.
Al finalizar cada jornada instalaban la antena entre dos torres de 4,5 metros, hechas con caños de luz, conectaban la radio y pasaban el parte a sus familiares de Dolores.
Remaban de sol a sol para cumplir con el objetivo de 50 kilómetros diarios, trataban de mantener cerca los dos gomones para poder hablar de bote a bote, por si venían rápidos o una pequeña caída o algún salto. Remaban con remeras largas, gorra y anteojos para no quemarse con el sol. Al remar 10 horas diarias terminaban con las manos tan hinchadas que no podían cerrarlas. Las metían en el agua fría para deshincharlas. Se ubicaban en el bote montados como en un caballo, sobre cada tubo lateral. Una pierna dentro y la otra fuera en el agua.
Tuvieron que quedarse tres días en 25 de Mayo, La Pampa, por la rotura del oleoducto que cruza el río y transporta el petróleo desde la planta de Catriel. Les decían que el petróleo podía afectar la tela de los botes. Una vez que repararon la pérdida, siguieron con la travesía. Allí fue la primera vez que cruzaron una persona, luego de 5 días de travesia.
«Nosotros no somos aventureros, somos expedicionarios. Absolutamente serios para planificar y ejecutar» Alfredo Barragán
Una vez cada diez días un avión de la Fuerza Aérea los sobrevolaba para identificar su posición. El rumor de los “locos que venían por el río” se había expandido por toda la región. Una vez llegaron e hicieron noche cerca del puesto de una familia. A la mañana se despertaron con 20 personas alrededor. Se habían pasado el dato entre vecinos para ver a los locos del Colorado. Al llegar al Salto Andersen los operarios los ayudaron a cargar los botes y trasladarlos al otro lado de la represa para la etapa final. Cuando arribaron a Río Colorado los esperaban varios medios de prensa y firmaron los primeros autógrafos de su vida.
La llegada a Fortín Mercedes fue una fiesta, con una multitud en las costas, autoridades, aviones sobrevolándolos. La hazaña se había concretado.
DOCUMENTAL
Ruben Tablar filmó la travesía. Solo contaban con 30 minutos de película en Súper 8 y con eso se realizó el documental.
«Es que todo lo que encarábamos lo hacíamos de modo muy serio. Cero improvisación. Sin sponsor y con un profundo respeto por la naturaleza» Alfredo Barragán
MUSEO DE LA EXPLORACIÓN
El conocimiento geográfico es esencial, fundamental, para el hombre. Es importante rescatar el espíritu de los pioneros que descubrieron el mundo geográfico; su imaginación, atrevimiento, determinación, planificación y entrega.
Sus historias son cantos a la libertad. Sus empresas enseñan la alegría del intento, de la planificación, del esfuerzo y la perseverancia; valores que flaquean en estos tiempos.
Las más de 30 expediciones del CADEI en cinco continentes constituyen un patrimonio cultural extraordinario, único en el mundo (Río Colorado, Aconcagua, Atlantis, Andes en Globo, Kilimanjaro, Mar de las Antillas en Kayaks, Antártica Finis Terra, etc). Y planean la creación del Museo de la Exploración, a erigirse en Dolores. Este museo no será un galpón de cosas viejas. Se concibió como un medio de comunicación. Y tiene mucho para decir. Tiene valores para transmitir. Y será convincente porque no hablará desde la teoría sino desde los hechos, desde historias reales; desde la historia universal de las exploraciones.
Y hay que hacer ese museo porque no existe. No existe en el mundo.
Y por qué en Dolores? Por qué no? Porque tienen guardado un patrimonio cultural enorme, único en su conjunto, fruto de tantas expediciones en cinco continentes, con el cual empezar. Y estará dispuesto para cobijar las experiencias de otros exploradores del mundo. Porque Dolores tiene una ubicación geográfica excepcional, sobre el eje turístico más importante del país.
El proyecto ha sido aprobado por todos los gobiernos nacionales, provinciales y municipales de la última década, de todos los sectores políticos. Pero aún no se ha concretado. Es de esperar que la belleza y la trascendencia de la idea supere las mezquindades que lo demoran.
Fuentes Río Negro RN y CADEI