Difusión Revista Andar Extremo y CADEI
“Volver, que 20 años no es nada…», dice el tango, y más si viene de la mano del Capitán Barragán, un romántico emprendedor que ha llevado a la exploración y al deporte argentino a lo más alto del reconocimiento mundial. Cada expedición tiene una historia y, a su vez, un mensaje educativo que hace reflexionar a la humanidad.
Esta expedición fue quizás la más dura, por la planificación y por el esfuerzo que tuvieron que hacer los integrantes del CADEI. Alfredo Barragán (50), Horacio Giaccaglia (54) y Jorge Iriberri (52). Partieron el 1 de abril de 1999 y recorrieron 1600 km en 61 días, cruzando el mar en las embarcaciones más pequeñas que jamás lo hayan hecho.
El CADEI quedará en la historia por ésta y por otras tantas expediciones, entre las cuales se destacan: La Expedición Atlantis, El Cruce de los Andes en Globo, Aconcagua, Kilimanjaro y Antártica Finis Terra.
“Cuando creamos CADEI, en el año 1975, el articulo 1 decía que sus objetivos eran: organizar y realizar expediciones deportivas especiales en ambientes naturales rigurosos, explorar dichos ambientes y difundir sus experiencias en beneficio del deporte, la ciencia y la cultura. Hace 45 años que eso es lo que hacemos. Esta expedición en las Antillas nos enamora porque la conocemos íntimamente, porque la conocemos desnuda y sabemos de su pureza. El cruce del Mar de las Antillas rechazó sponsors comerciales y hasta decidimos no filmar, porque para hacerlo correctamente había que tener un barco cerca o algún helicóptero y eso hacía desaparecer «la expedición» como tal. Una expedición no es turismo aventura. Por definición, tiene un desarrollo y un resultado incierto; un riesgo real, como esencial, que obliga a resolverlo y superarlo. Decidimos no hacer un contrato de miles de dólares con ATC, a cambio de la primicia. Recuerdo que viajé a Buenos Aires y le dije al presidente de ATC, que además era mi amigo: – No puedo hacer este contrato. Yo soy esencialmente expedicionario. Y en segundo término soy documentalista. Si tengo cerca un equipo de filmación, habrá desaparecido el riesgo y con él la expedición. No puedo hacerlo. Él abrió grandes los ojos, respiró hondo y me dijo muy pausadamente: – No lo habíamos visto, tenés razón. De ese modo, libre y solo, me fui a cruzar el mar”, relató el capitán.
En tres kayaks de travesía individuales, de 5,10 metros, sin embarcaciones de apoyo, con vientos y corrientes trasversales, unieron 23 islas de 12 países. Partieron del puerto de Macuro de Venezuela y llegaron a San Juan de Puerto Rico el 31 de mayo de 1999. A diferencia de otras grandes expediciones en kayak ésta no recorrió la costa, sino que cruzó el mar
“Esta expedición fue pura. Hoy es enorme a nuestros ojos. Es bellísima a los ojos del alma. Fue la expedición deportiva más grande que hicimos con CADEI y tiene una connotación histórica: demostró la factibilidad de que antes del descubrimiento de América, los «caribes» (nativos que ocupaban el Golfo de Paria, entre Venezuela y Trinidad), hayan navegado el arco de las Antillas y llegado hasta Puerto Rico en sus botes a remo. Esto lo había afirmado Colón en sus escritos luego del primer viaje y desde entonces los expertos sentenciaron que eso era imposible, que era materialmente imposible hacerlo a remo dado que no había ni corrientes ni vientos favorables. Sostenían que los vientos alisios -del este / noreste- y la corriente norecuatorial – del este – arrastrarían a los botes hacia el oeste-sudoeste y se perderían en el sur del Caribe. Eso fue lo que despertó mi curiosidad y mi natural rebelión ante los imposibles. Entonces, decidí estudiarlo a fondo y encontrar cómo hacerlo”, señaló Alfredo.
Remaban llevando el equipamiento mínimo necesario. Hacían entre 50 y 150 km en cada travesía, Los trayectos cortos les insumían unas 14 horas de remo. Dormían en playas desiertas al llegar a tierra firme. Al zarpar de Tobago un gran temporal los hizo derivar demasiado y estuvieron 40 horas remando al límite de su capacidad física y psíquica. Luego de dos jornadas dramáticas, lograron encontrar y arribar a Grenada, la meta salvadora; escribiendo una página gloriosa en la historia del deporte y la navegación.
“Nuestra esencia es deportiva y el deporte es nuestra escuela de vida. Fíjense que no digo deporte amateur, pues sería una redundancia; así como deporte profesional sería una incongruencia. Si es profesional no es deporte. Por eso no aceptamos sponsors. Cuando la pureza es absoluta es más fácil enamorarse de lo que estás haciendo. Cuando encaro una expedición no me alcanza con que me guste. Sólo me la juego por algo que me enamore y sólo me puede enamorar una expedición cuando es así, absolutamente pura”. Y agregó “Creo que estas experiencias dejan ejemplos y sirven al objetivo de CADEI, de difundirlos cuando son útiles. Somos conscientes de que nuestro grupo ha tomado notoriedad y hay gente que nos sigue, se pregunta cómo lo hacemos y seguro que alguno quiere hacer algo similar. Entiendo que tenemos que hacernos responsables de esa situación, tenemos que asumir la responsabilidad ya que nos miran, nos escuchan. Es necesario dar un buen ejemplo, cuidar el discurso, ser tan buenos como para sentir que estamos honrando eso que creen los demás de nosotros. Me da profunda pena y muchas veces bronca cuando veo a figuras del deporte, arte, periodismo o de la política, figuras rutilantes del espectro social, no honrar el lugar que ocupan; pseudo deportistas, estrellas mundiales, que son pésimos ejemplos como seres humanos, que no han respetado el lugar que les dio la vida, desde donde pudieron ser extremadamente útiles y, sin embargo, están dejando una influencia negativa. Es increíble que se festeje un gol hecho con la mano, lo cual es una de las vergüenzas más grandes de la historia del deporte argentino.
Ante esta situación y una vida hecha que nos ha permitido reflexionar sobre estas cosas, en CADEI tenemos claro que, si encontramos elementos valiosos en lo que hacemos, tenemos la obligación de trasmitirlos. Ahora que se cumplen 20 años del Cruce del Mar en Kayaks, tenemos la oportunidad de contar cómo lo hicimos. Hoy sabemos dónde anida la fuerza y la alegría que le permiten al hombre común atreverse a lo extraordinario y ser un digno contendiente contra lo imposible. Estamos convencidos de que hay que compartirlo, con la esperanza de ser útiles.
En estos momentos en que flaquea la cultura del trabajo, de la planificación y la perseverancia, nosotros seguimos creyendo en el orgullo del esfuerzo genuino, de la lucha sostenida con convicción.
Los que hicimos esta expedición por las Antillas tenemos una deuda con ella. Fue tan grande como Atlantis, pero Atlantis fue tan luminosa, exótica y carismática que les hace sombra a todas nuestras otras expediciones. Es la hermana bonita. Siempre que me junto con algún periodista a hablar del Mar de las Antillas en Kayaks o de otra de nuestras aventuras, como Cordillera de Los Andes en Globo, Aconcagua o Antártica Finis Terra, me hacen una o dos preguntas de lo que nos convocó e involuntaria pero invariablemente, volvemos a Atlantis y el foco se queda en ella.
Desde el punto de vista deportivo, cruzar el Mar de las Antillas fue mucho más exigente que Atlantis. Necesitó más preparación; requirió determinación, coraje y riesgo absoluto, con una concentración física y psíquica descomunal para llegar a la próxima isla.
Cada vez que me encuentro con el Vasco Iriberri y Horacio Giacaglia, compañeros también de la Atlantis y otras 10 expediciones, la imagen de la Travesía de las Antillas nos asalta, nos quedamos mirándonos y, luego de un silencio, nos decimos: -Estábamos locos! ¿No? Asentimos con la cabeza, nos damos un abrazo y recién después empezamos a hablar del motivo del encuentro. Sentimos la necesidad de reivindicarla siempre.
Si un hijo me dijera que quiere hacer una Atlantis lo alentaría y ayudaría, pero si me dijera que quiere hacer el Mar de las Antillas en Kayak, le pediría por favor que no la haga.
Cruzar el mar en kayak: tres años de preparación, mil seiscientos kilómetros de recorrido, veintitrés islas de doce países, un millón de remadas por persona, en definitiva… sólo estelas en la mar… “, relató.