Por Juan Martín Laborde texto y fotos
Existe un cielo celeste que no se olvida, como un lienzo gigante que nos rodea a lo largo del recorrido y los días. El cielo del norte no tiene comparación, como también los cardones, las vestimentas coloridas y la música del lugar que nos reciben y marcan el inicio de nuestra experiencia en el pueblo de Tilcara. En pocas palabras, esta elección (gracias a la empresa Acampartrek) nos permitió conocer durante cinco días a través de nuestros pasos, distintos ambientes: quebrada, pastizales, bosques y selvas, partiendo desde la desértica “Quebrada de Humahuaca” patrimonio natural y cultural de la humanidad, hasta la impenetrable selva de montaña de la “Reserva de Biosfera de las Yungas”, ambos sitios declarados de esta manera por la UNESCO.
El itinerario, con varios días de recorrido a pie, tiene un grado de dificultad medio-alto debido al ascenso gradual al comienzo del trayecto, donde el mayor esfuerzo físico es la subida al paso de un abra de 4.200 msnm. Pero también nos permite sentir la calidez de la gente, aprender de su sencillez y disfrutar de su compañía, en el medio de un paisaje tan contrastante como increíble, donde un pasaje de la puna a la selva nos lleva entre caminos incrustados en las laderas, profundos e insondables valles, riscos y peñas y la selva, que se pierde en el horizonte donde los jotes, los tucanes y corzuelas, son protagonistas del Parque Nacional Calilegua.
La llegada a Tilcara
La recepción se realiza en Tilcara (2.461 msnm), pueblo muy atractivo que invita a quedarse, al igual que los importantes sitios arqueológicos como el Pucará que es recomendable conocer.
Los excursionistas se acomodaban en un hostel sumando mochilas y revisando equipo durante el día, hasta que Claudia junto a Esteban fueron los últimos en llegar y sumarse, pero los primeros en demostrar alegría y entrelazar al grupo como un todo, con su espontaneidad y amistad manifiesta.
La provincia de Jujuy, donde nos encontramos en esta ocasión, posee cuatro regiones: Puna, Quebrada, Valles y Yungas. Debido a las diferentes altitudes en las diversas regiones de la provincia, podemos encontrar diferentes microclimas, como ser desde la extensa aridez de la Quebrada de Humahuaca, hasta una nuboselva o selva subtropical andina. La provincia también cuenta con una abundante cantidad de yacimientos arqueológicos (1.500 sitios), como también un gran arraigo de las costumbres ancestrales en la población y en sus festividades.
“El recorrer caminos, usados por los habitantes originarios hace centenares de años y por los locales hoy día, para unir pueblos perdidos en la puna y en la selva, define esta experiencia como única.”
Inicio del trekking a Corral Ventura
A la mañana siguiente de nuestra llegada, iniciamos el trayecto partiendo desde Tilcara en un vehículo que nos acercó al punto de encuentro con el baqueano y las mulas de carga en Cañada Seca (2.900 msnm). Una vez que el equipo está montado, comenzamos el trekking que asciende a 4.200 msnm sobre la serranía de Tilcara.
El ascenso lo hicimos por un sendero milenario que fue utilizado por los pobladores originarios, quienes intercambiaban productos procedentes de las dos regiones Puna y Selva. Fundamentalmente lo que buscaban los pobladores de la selva era la sal, por lo que la mayoría de las caravanas se trasladaban con el precioso cargamento que era comerciado por todo lo que producía la selva.
Los colores de la tierra eran realmente increíbles y se notaba en nuestras botas que iban cambiando de tonalidad a medida que avanzábamos. Era posible ver algunos poblados en las cercanías, como también la presencia de guanacos, vicuñas, llamas, cóndores y jotes.
Luego de algunas horas nos encontramos en una quebrada. Hacia adelante se veía un abra donde la altura en nuestro ascenso, ya se hacía notar en nuestra respiración que era cada vez más intensa. Cuando alcanzamos el abra, transitamos un puente natural de piedra que cruzaba un arroyo de agua helada, momento que nos inspiró a tomar un descanso y comer para recuperar energías. Al observar el horizonte mirando hacia Tilcara, podía divisarse a lo lejos el Nevado del Chañi.
Ese día, luego de 7 horas de caminata, pudimos llegar primero a Campo Laguna como el punto de mayor elevación. Desde allí, era posible ver las nubes debajo nuestro como un manto de algodón, y los picos más altos asomándose sobre ellas. Tiempo después continuamos por un camino de descenso hasta Corral Ventura que, con sus caseríos y corrales, era nuestro destino ese día.
Descenso hacia Durazno
Al día siguiente realizamos un trekking de 5 horas hasta el Durazno. Caminamos por tierra colorada entre montes de alisos, y por momentos la senda serpentea los barrancos, con magníficas vistas panorámicas. Hemos dejado atrás la inmensa aridez de la puna para ingresar a los pastizales de neblina, cambiando de pronto toda nuestra visión y debiendo para ello, recorrer laderas y faldeos, contando con la presencia de jotes y cóndores que nos invitan a disfrutar de la inmensidad del paisaje. Poco a poco comenzamos a descender a las profundas quebradas y transitar junto a caudalosos ríos hasta el próximo campamento. Seguimos caminando y, sin embargo, la pendiente del sendero va tomando posesión de nosotros y ahora no vamos, sino que nos llevan; no andamos, sino que nos andan.
Durazno es un pequeño caserío con escuela rural, donde el grupo tiene la oportunidad de establecer el contacto con los habitantes locales, los chicos de la escuela o bien, salir a recorrer los alrededores de la región.
Camino a Molulo
Al levantarnos y recibir el nuevo día, observamos el mejor amanecer de nuestras vidas. Por entre los cerros de Calilegua asoman los rayos de sol que iluminan el paisaje a nuestro alrededor. Iniciamos un trekking de 7 horas hasta el paraje Molulo, ubicado en el Valle Grande y rodeado de cerros de más de 4.000 msnm. El sendero comienza luego de cruzar el Río El Durazno y transcurre por un reducto de ambiente de Chaco Serrano que alterna bosquecitos de queñoa y pastizales de altura. Fue una larga caminata en la que se iban atravesando zonas de tierra mucho más colorada de lo habitual y pequeñas zonas de selva que anticipaba lo que sería la selva de Calilegua.
El grupo se va encauzando uno detrás del otro a medida que avanzamos, y nuestro silencio va dejando escuchar los sonidos de la naturaleza.
A quienes nos atrae el caminar por estos senderos interminables, no abandonamos el terreno de la palabra, sino que la usamos de otra manera, con otros tiempos, con otros objetivos, y en otras geografías del alma. En estas experiencias la palabra cobra un significado especial cuando la acompaña el silencio, un elemento que por lo general da cuenta del deseo de aire y espacio, y reencuentro con algunas cosas perdidas en la cotidianeidad de la ciudad.
La senda del relato y de nuestro camino continúa por los filos y con magníficas vistas panorámicas. Los árboles desaparecen y dejan lugar a los cerros, con sus laderas y sus profundos valles. Hacia la tarde llegamos a Molulo que es un pequeño poblado en medio de las Sierras Subandinas.
El recorrer caminos usados por los habitantes originarios hace centenares de años, y por los locales hoy en día para unir pueblos perdidos en la puna y en la selva, define esta experiencia como única.
Al llegar a Molulo pudimos disfrutar de un descanso, del silencio y un cielo repleto de estrellas a 3.200 msnm. Al momento de la cena, todos nos reunimos entusiasmados, con esa alegría que solamente produce un asado, algo que viene del fuego y lleva todo lo primitivo encima.
El siguiente día lo aprovechamos para el descanso y recorrer el lugar, donde habitan un grupo familias de ricas tradiciones que conforman la Comunidad Aborigen de Molulo.
Nos adentramos al territorio de las yungas y la selva
El camino hacia San Lucas nos lleva aproximadamente unas 9 horas para llegar a un paraje enclavado en plena selva de montaña al que sólo se accede caminando o a caballo. El camino es un ancho sendero que transita el ecosistema que se denomina yunga en transición. Ahí es donde recorremos interminables precipicios, faldeos, y observamos imponentes paisajes con profundos valles y caseríos, rodeados de sus cultivos de terrazas y con corrales de cabras y ovejas. También caminamos por los distintos estratos de la selva de yungas, avistando en la inmensidad del departamento Valle Grande un espectáculo de naturaleza sin igual desde una altura de 2.600 msnm. Caminar varios días tiene su esfuerzo, pero también su recompensa, como apropiarse de la esencia del lugar.
El poblado de San Lucas está a 1.950 msnm. Si bien es pequeño, es el más grande encontrado hasta ahora. Sus casas se encuentran dispersas en el cerro con una vegetación exuberante.
Hablamos del parque
El parque nacional Calilegua es un área protegida, situada sobre las faldas orientales de la sierra de Calilegua, en el sudeste de la provincia de Jujuy en el noroeste de la República Argentina. Es el único parque de la selva de montaña del país, el de la selva de las yungas. Su creación fue en el año 1979.
Es una de las zonas núcleo de la reserva de la biosfera de las Yungas, junto al parque nacional Baritú, la reserva nacional El Nogalar de los Toldos, el parque provincial Laguna Pintascayo y el parque provincial Potrero de Yala.
El objetivo definitivo específico es «la protección de un área representativa de las Yungas y de un ecotono de la provincia biogeográfica chaqueña, y la conservación de especies endémicas a nivel nacional o mundial». Sus 76.306 hectáreas lo convierten en el parque nacional más extenso del noroeste argentino. El nombre “Calilegua” se suele asociar a la lengua aimara y equivale a “Mirador de Piedra”.
La ecorregión que se encuentra presente es la de selva de las Yungas (o selva de montaña del noroeste argentino), caracterizándose por el clima cálido húmedo, con lluvias estivales de entre 900 y 1300 mm. La ecorregión se encuentra integrada con las sierras subandinas, cuyas alturas oscilan entre los 400 y los 3.000 msnm. De relieve montañoso, comprende una serie de fallas, cañadones y cordones montañosos muy abruptos, que descienden principalmente de las serranías de Calilegua.
Flora
Posee un sector de la selva pedemontana que es un ambiente de transición entre dos ecosistemas contrastantes: el seco Bosque Chaqueño y las húmedas Yungas. De los ambientes que protege el Parque, la selva pedemontana ocupa sectores marginales en las áreas más bajas (550-700 msnm). Se encuentran especies como el cebil colorado, la tipa blanca y el lapacho rosado. En mayor altura, aparece la selva montana que en gran parte es una nuboselva, la cual ocupa la mayor superficie del Parque Calilegua. Se caracterizada por la presencia de laurel, ceibo, cedro colla y cebil blanco u horco cebil. En las laderas, por encima de los 1.500 o 1.600 msnm, se encuentra una franja de bosque montano, donde predominan los nogales, lapachos amarillos, pinos del cerro, alisos y saucos. A mayor altura, aparecen los bosques de queñoa o tabaquillo, cuyo porte y densidad va disminuyendo a medida que aumenta la altura, hasta llegar a bosques casi puros de alisos por encima de los 2.300 msnm. Éstos menguan a alturas superiores, dejando una cobertura vegetal similar a una pradera.
Fauna
El parque nacional presenta interesantes ejemplares de fauna autóctona. Algunas de las especies que encuentran su hábitat en el área protegida son endémicas o bien están globalmente amenazadas. Podemos encontrar especies de mamíferos como el yaguareté, puma, gato montés, jaguarundí, taruca, corzuela colorada, lobito de río, carpincho, pecarí de collar, zorro de monte, hurón mayor, coatí, mono caí y ardilla roja entre otros. También es un área de gran biodiversidad en aves como el águila poma, crestuda real, y coronada, la pava de monte alisera, el vencejo montañes y muchas otras especies de pájaros cantores.
El final hacia Peña Alta
El último día de trekking a Peña Alta nos lleva unas 5 horas. En este sendero que atraviesa el corazón de las Yungas, se realiza observación de fauna y reconocimiento de flora. Parte del recorrido continúa por las inmediaciones del Río San Lucas. La vegetación es tupida y el paisaje deslumbrante, con caminos de cornisa, paredes de más de 50 metros donde observamos cavernas, saltos de agua y la majestuosidad de la selva de yungas, enmarcada en los Macizos rocosos con distintos accidentes geográficos únicos en su tipo.
El recorrido termina en la confluencia del Río San Lucas y Valle Grande; para luego un traslado en vehículo a San Salvador de Jujuy que da final a esta experiencia a pie y permite caer en la cuenta de que este viaje no fue un recorrido por la línea más corta entre dos puntos, fue otras cosas: la apreciación de la distancia, de los detalles intermedios y la lenta modificación de las perspectivas de la naturaleza. La marcha y su tiempo propio, un tiempo vacío que permite inscribir en su interior cualquier cosa, hasta un relato.