Exploracion

Alejandra Broglia, Cruce de Las Malvinas Nadando

junio 19, 2017 — by Andar Extremo

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Exploracion

Alejandra Broglia, Cruce de Las Malvinas Nadando

junio 19, 2017 — by Andar Extremo

Alejandra Broglia vive actualmente en Río Gallegos, Santa Cruz. Tiene 49 años y desde que tiene uso de razón aprendió a nadar en su ciudad natal, Córdoba. Su vida está ligada al agua por completo: trabaja en la Secretaría de Deportes de Santa Cruz en el área de natación, da clases en la pileta municipal, actualmente trabaja en dos clubes y enseña natación. Los invitamos a conocerla a través de una entrevista realizada luego de su proeza de cruzar Las Malvinas nadando. Nota en la revista Andar Extremo n° 45

por Andar Extremo
Fotos Alejandra Broglia

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Cuándo comienza en tu vida el amor por el agua?
Nado desde los 5 años y a los 6 ya me federaron. Nade once años en la Federación Cordobesa de Natación en pileta y estuve en la selección nacional también. Luego le dediqué mi vida al agua y a la familia. Empecé a dar clases hace mucho, y 4 años atrás unos alumnos me tentaron para hacerlo en aguas abiertas. En realidad me convocaron para que los ayude a entrenar para cruzar a nado el estuario de Río Gallegos. Estuvimos un mes para cruzarlo y cuando terminó el entrenamiento, me terminé enganchando para cruzarlo yo. Me encantó pasar de la pileta al mar, al río.

Cómo fueron los primeros pasos en aguas abiertas?
Acá en Rio Gallegos tengo el rio a dos cuadras, pero no me gusta mucho nadar allí, dado que termina en estuarios. Es medio complicado porque tiene muchas corrientes y la influencia directa del mar, con 4 mareas diarias es básicamente un ingreso del mar en la desembocadura del rio. Mis amigos/alumnos querían eso y terminé nadando y probando cosas diferentes. Lo primero que hice fue ir a una laguna llamada “Laguna Azul”, del cráter de un volcán que queda a 50 km de Río Gallegos. Fuimos a probar un neopreno, porque por supuesto acá todas las aguas son frías, y me encantó… realmente me encantó. Habiendo hecho esa laguna y el estuario, elegí mi próximo paso que fue el Lago del Desierto. Hicimos todos los permisos y fue el primer cruce oficial que hice, en realidad, cruzamos por primera vez en la historia el Lago del Desierto que tiene 10 km de largo por anchos variables. El cruce que hicimos fue aproximadamente de un kilómetro de costa a costa.

Qué tipo de indumentaria usas para estas travesías?
Para el agua trajes húmedos, tienen una medida de 4 mm en la espalda y pecho, 3 mm en los brazos y piernas y 2 en las articulaciones. Sobrecargan mucho los hombros, por eso es necesario que te quede bien porque la carga es grande aunque sean livianos. Quedan al cuerpo, al nadar mucho tiempo se va complicado y tampoco podes usar uno muy finito porque te agarraría frío. Imagináte que en verano la temperatura es de 14° y en invierno unos 5° la misma temperatura que el agua del mar. Luego el equipo se completa con guantes y medias también de neoprene, doble gorro, tapones de silicona y antiparras.
Para afuera del agua ropa, la mayoría de abrigo porque siempre hace frío en estas latitudes. Camperas de abrigo, interiores térmicos y medias térmicas.

Cómo siguió la historia con las travesías en aguas abiertas?
El estrecho de Magallanes lo hice en enero de 2015, el 26 de enero exactamente y me costó muchísimo porque el mar estuvo muy bravo ese día. Éramos 5 desconocidos y tuvimos que hacer papeleríos y tratativas bastantes extensas para que permitieran cruzar el estrecho con la armada de Chile. Cuando nos dejaron, el mar estaba en condiciones estables y a los 10 minutos se puso muy bravo y las corrientes estaban en 28/2. Las embarcaciones que nos acompañaban se daban vuelta y tuvieron que dejarnos e irse al buque de la armada a dejar gente. Cuando nos fueron a buscar nos reconocieron por el torpedo naranja que llevaba. Un cruce que iba a tener 4,3 km termino siendo de 9,1 km en 2 horas 10 minutos. Había olas de un metro y medio, nos dividió a los 5… fue lo más difícil que hice.

Nadabas hasta allí en mar abierto?
Las veces que podía nadar era en la laguna del volcán o en el estuario, pero tampoco habían sido muchas porque prefectura para nadar ahí te piden las mismas cosas casi que para hacer un cruce: una embarcación de apoyo, certificado médico y demás cosas. En abril de 2015 hice el doble cruce de Canal de Beagle desde Isla Gable hasta Isla Navarino. En la segunda isla, el que estaba encargado de la embarcación hizo migraciones y nos estaban esperando dos oficiales Chilenos. Yo estaba en el agua pero previamente le dije que si el papelerío se hacía rápido volvía a Isla Gable y si tardaban mucho, cortábamos y vuelvía en barco. Por suerte, fueron rápidos y volví nadando a Argentina. Pensá que en este cruce tuve que hacer todos los papeles en Ushuaia de allí una hora y media en auto, luego la embarcación me siguió por otra hora y tuvimos que coordinar con los oficiales de Chile porque allí no hay población. Donde llegué, estaba a varios kilómetros, y los militares chilenos tuvieron que coordinar para ir hasta la costa y esperar. Estuvo muy ordenado. A comparación de Magallanes, este mar estuvo muy tranquilo, fue una caricia.

Vas comiendo e hidratándote mientras nadas?
Como mis travesías no son muy largas me acostumbré a no ingerir nada. Mi cuerpo se amolda a eso. No tardo más de dos horas, ni tampoco tomo agua más allá de lo que trago en el mar o en el rio sin querer, por supuesto. En Malvinas suponíamos que podíamos estar más de dos horas pero yo sabía que no iba a comer ni a tomar nada. Voy tan concentrada que no necesito ni líquido ni sólido que me ayude. Lo he hablado con mi nadador de rescate y mi guía, pero lo único que hago es comer una naranja antes de entrenar. A lo sumo en las travesías, desayuno un café con leche o unas galletas con dulce y nada más. En Malvinas antes del cruce, me desperté 5:30 y desayune eso.

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Ya eras reconocida por tus proezas?
Tengo una realidad que vivo en Santa Cruz, las noticias de aquí no llegan a Buenos Aires. Si bien cuando hice el cruce del Estrecho de Magallanes lo habían realizado sólo 20 personas, en el doble cruce del canal de Beagle fui la primera mujer, el cruce del lago del desierto fuimos los primeros, el año pasado hice dos lagos de la cordillera, uno era el Pueyrredón que lo crucé por la línea imaginaria de división de países (es un lago compartido con Chile). Me tire con el GPS donde cruza la línea imaginaria y se veía bien arriba el hito. La verdad es que estas cosas aquí se dan a conocer pero no tienen repercusión nacional, no llegan porque no tengo una estructura armada. Acá sí me reconocen y saben todo lo que hago, porque también hace 21 años que vivo y toda mi vida estuvo ligada a la natación. Pero ahora con Malvinas cambió todo, porque tuvo una repercusión exterior que no me la esperaba. La planifiqué como una travesía más, me llevó 10 meses, pero Malvinas tuvo ese extra que es el lugar, y a nivel nacional mi nombre comenzó a sonar.


La familia siempre te apoya?

Yo estoy en pareja y mis hijos ya son grandes: Santiago tiene 21 años y Carolina 25- Mi hijo vive en México y mi hija en Córdoba. Desde el principio de las travesías ellos ya estaban afuera y me decían:- “…qué locura vas a hacer ahora?…” Con el tiempo se dieron cuenta que estas locuras estaban muy bien planificadas, entonces las preguntas hoy en día son:- “…de dónde a dónde vas a ir?, cuánto tiempo vas a tardar?, cuánta temperatura va a tener el agua?…” Por suerte están al lado mío. Santiago me acompaño al Beagle y Carolina fue a Malvinas. Deseaba que por lo menos una vez cada uno vieran a su madre nadar y al llegar a la costa tenga esa felicitación de un ser cercano que es como el cierre de haber hecho un buen trabajo.

Aparte de los permisos habituales, tuviste que pedir permiso en Malvinas a los dueños de los campos que vos tocabas en el periplo?
Si, fue lo más complicado. Mis travesías son cruces, generalmente de una costa con la otra y lo común que te piden son seguros de vida que por lo general son caros, autorizaciones, permisos, deslindes de responsabilidades, medidas de seguridad, tenés que llevar embarcación que te acompañe un gomón de rescate, muchas cosas… En Malvinas había elegido cruzar el Estrecho San Carlos que queda bien al norte. Una vez que cumplí con todo, el 26 de diciembre me llegó un mensaje del gobierno de las islas que me decía que además de todo necesitaba por escrito la autorización de los de las tierras que yo iba a tocar de Gran Malvina y de Soledad. Imagináte la situación, una nadadora argentina teniendo que ponerse en contacto con dos desconocidos. Lo primero que hice fue pedirle el contacto al funcionario que era el jefe de seguridad y a los dos días me mandó los teléfonos de los dueños. Tuve que rebuscarme para conseguir el mail de estas personas para enviarle la historia y una carta formal pidiendo el permiso. Luego de las fiestas, el 8 de enero me contestaron de Soledad y me pidieron que les explique cómo iba a ser todo. Entre las exigencias no podía llevar ninguna bandera, ni yo ni la embarcación, ni podía hacer publicidad de ningún tipo. Me comprometí a lo que me pidieron y les expliqué que solamente iba a tocar tierra.

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“Intento abrir caminos y mentes me gusta innovar”

Cómo fue el momento en el que empezaste el cruce?
Un par de horas antes, comencé a concentrarme, empecé a pensar en el traje, en mis cosas. En el gomón, antes de tirarme, si me miras la cara parezco ida. Me concentro tanto que antes de tirarme ya estoy hace rato con la cabeza dentro del agua. No escucho indicaciones ni nada. Me concentro en que el equipo esté bien, en que las antiparras y tapones estén bien puestos. Media hora antes soy un ente, ya me fui del mundo y estoy pensando en otra cosa. Igual Malvinas fue diferente, porque en la mayoría de los cruces acostumbro a tirarme desde la costa y aquí tenía que empezar a nadar tirándome de un gomón. Desde la costa, me meto y empiezo de a poco a sentir el agua, me preparo… estoy unos segundos. Siempre le pido permiso a la naturaleza, tengo un pequeño ritual interior. Después me meto y nado. Esta vez fue tirarme en la profundidad, a un mar desconocido. Fue raro. En este caso, quedé a 200 metros de la piedra del acantilado que tenía que tocar porque no había costa, y me dejaron a esa distancia porque estaba lleno de algas que se llaman cachiyuyo y llegan a medir hasta 15 metros de longitud. Si se metían debajo de la hélices de los barcos, las rompían. En las imágenes satelitales las habíamos visto, sabíamos que estaban, entonces mi guía me dijo:- te tirás, las sorteás como puedas, llegás a la piedra, levantás la mano, esperás unos segundos y cuando toque el silbato empezás a nadar. Fueron doscientos metros rarísimos, medio gatear y andar entre las algas. Desde arriba se veían muy profundas, danzaban entre las aguas. Pasaba por arriba y no me distraje porque había pingüinos. Fui hasta la piedra, escuché la señal y de nuevo los 200 que encima con el neoprene se te enredan. Una vez que salí de allí agarre la “estoa”, que es una calma entre una marea alta y una baja que duró 20 minutos. Fue un lujo, volaba en el agua.

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Cómo fue la travesía en sí?
Me sentí cómoda desde el principio, no sabía con qué me iba a encontrar luego de esa estoa. Ese día el mar tuvo una temperatura más elevada de la que esperábamos, pensábamos que iba a tener 8° y tuvo 11,8°. No tuve que concentrarme con el frío, ya que no los sentía. Me concentre en mi guía, que desde el bote me iba dirigiendo. Él es como mis ojos, lo llevo porque desde allí abajo yo no veo la costa, me tiro y nado. No sé si me lleva una corriente, si voy para un lado o al otro, lo único que veo es una línea en el horizonte. Entonces, para enderezarme me grita. El nado fue tranquilo, aunque tuve momentos con escarcea y olas, y alguna corriente que me llevó. Vi cada vez más cerca el acantilado. Tenía que llegar a una playita llamada Fanning Head y sacarme una foto, pero la corriente me derivó 1300 metros más abajo. Lo único que hice fue tocar la piedra y apoyarme, ya que la corriente estaba fuerte y bamboleaba mucho. Atrás escuchaba los gritos de felicidad de Carolina y Cristian. Fueron muy emotivos esos últimos metros.

Qué hiciste cuando llegaste?
Sonreí, metí la cabeza debajo del agua, miré el fondo, di gracias y levanté la mano para indicar que terminé. Me sentí súper feliz, quería llegar a la embarcación y abrazarme con los chicos. Lo hice. Generalmente dimensiono el logro días después.

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Te sentís parte de un todo cuando realizas estas travesías?
Siempre digo que pido permiso porque ese no es mi ámbito, es un medio que tiene otro ecosistema. Soy muy respetuosa y por eso pido permiso, a pesar de que el agua es mi mundo. Mi ritual interior augura respeto mutuo y soy muy agradecida a la naturaleza. Antes de cada travesía, me interiorizo de los lugares que voy a tocar, su flora, su fauna, qué tipo de costa tiene… por eso cuando toco la piedra y llego a Malvinas lo primero que hago es agradecer.

Qué pensás en el agua?
La mayoría del tiempo voy concentrada en las brazadas y la respiración, el ritmo que llevo sin importar las condiciones del mar. Pienso en mis hijos en mi familia, en la gente que me dice que va a estar pensando en mí, o voy a estar rezando. Pienso mucho en los que me dan su energía, y también en Dios.

Por qué elegiste Malvinas?
Fue como un proceso natural. Después de hacer Magallanes y Canal de Beagle, en los mares australes no quedaba mucho por hacer. A mí me gusta a hacer cruces. Malvinas era lo que venía, encima no lo había hecho nadie, una vez había intentado María Inés Mato pero no lo pudo conseguir porque la agarro una corriente y no pudo.

Qué energía tiene Malvinas como lugar?
Me sorprendido mirarlas desde el aire, se ven completas, es increíble. Desde tierra es muy parecido a Santa Cruz. La vegetación es similar, la gente te trata muy bien, como un turista más. Me sentí muy cómoda desde el primer momento y más luego del segundo día de hacer la travesía con éxito, desde allí tuvo otro color el viaje y me relaje.

Que proyecto hay a futuro?
Tengo planes, pero necesito sponsor para seguir. Hago todo a pulmón y quiero hacer cosas distintas. Me gusta innovar, no necesito estar nadando 24 hs. No hago cosas épicas sino travesías posibles, pero le encuentro la vuelta para que sean en lugares increíbles donde nunca nadie estuvo o pocos han tenido la posibilidad de estar. Voy por ese rumbo. Malvinas se llevó todo mi esfuerzo en lo físico, mental y económico, y estaría bueno contar con un apoyo. En Argentina hay para hacer cosas muy buenas.

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“No hago cosas épicas sino travesías posibles pero
le encuentro la vuelta para que sean en lugares increíbles
donde nunca nadie estuvo o pocos han tenido la posibilidad de estar”

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