Mi experiencia deportiva junto con mi espíritu inquieto me han llevado en los últimos 7 años a realizar diferentes retos personales, como atravesar en kayak o canoa y en bicicleta las Islas Canarias o las Baleares, cruzar el Lago Baikal en Siberia con esquís, atravesar el Atlántico a remo en 64 días o realizar la Iditarod de Alaska, más de 1600 kilómetros con esquís y condiciones invernales desde Anchorage a Nome.
Hablando con mi buen amigo Javi Gálvez sobre la posibilidad de recorrer la parte Norte de la costa Oeste de esta gigantesca Isla con una longitud de casi 4000 kilómetros, e investigando un poco, vi que había 3-4 personas que habían realizado alguna ruta similar en Kayak, pero nada de SUP por encima del paralelo 70, tan sólo una breve navegación de 1 semana en el paralelo 68 del conocido Bart de Zwart, de la que apenas encontré información ya que realizó muy pocos kilómetros por el viento.
Sobre el mapa, donde uno siempre cree que es sencillo diseñar rutas imposibles, me propuse inicialmente salir de Illulissat y tras llegar a Thule (el pueblo habitado de Groenlandia más cercano al Polo Norte), remar otros 800 kilómetros por la Bahía Baffin que separa a ésta de Canadá y llegar a Alert, asentamiento militar canadiense situado a menos de 500 km del Polo Norte, por este motivo el lugar más poblado cercano al 90 N.
Después de hablar y analizar con grandes especialistas y exploradores como el conocido Ramón Larramendi o Javi Gálvez de Artic Yeti, me dijeron que les parecía demasiado ambicioso hacerlo en un solo verano y decidí que mejor llegaba hasta Thule, aunque pensando siempre hacer esos 800 kilómetros al Norte…
Salí del Aeropuerto de Alicante con 7 bultos oversize y 160 kilos de peso acompañado por mi amigo y fotógrafo Luis Martínez, el 22 de junio hacia Islandia donde hice escala durante 2 días. En la Isla me esperaban mis amigos de Artic Yeti, los cuales me ayudaron con la logística del viaje. Todos disfrutamos de dos días muy intensos y divertidos en los que pude tener mis primeras sensaciones en agua helada con la tabla SPS, diseñada exclusivamente 100% por esta marca española para la expedición. Un prototipo muy complejo y difícil de fabricar, ya que su longitud es de 6 metros y su sistema de timón trasero es algo único y completamente novedoso.
El lugar elegido fue el glaciar Jökulsárlón, el más impresionante de Islandia y que merecía la pena conocer. También aquí pude probar mis trajes secos de SUP Skin. Los días antes del inicio de mi reto, ya en Ilulissat (Groenlandia), los destiné a ultimar preparativos: algunos ajustes en la tabla, organizar todo el material que necesitaba para la travesía, preparar comida energética de Victory Endurance, alimentación liofilizada, los trajes secos, el pastor eléctrico para evitar el ataque de los osos polares, comprar un rifle para lo mismo, la tienda de campaña y saco Trangoworld, y resto el material necesario. Aproveché también para hacer otras compras de última hora.
El jueves 30 de junio pronosticaban vientos favorables y decidí que sería el día del inicio del reto. Me sentía muy bien física y psicológicamente para enfrentarme a este desafío Polar. Iba a tener que estar en alerta constante. Es la expedición más peligrosa y arriesgada de todas las que me he enfrentado.
Llevaba mucho peso sobre la tabla, más del que hubiera querido, 110 kilos que costaba mucho desplazar y ocupaban un volumen importante y cualquier mal movimiento me podía hacer caer de ella a aguas a 4ºC. También existían osos polares, orcas, narvales o abruptas costas rocosas que te podían pinchar la tabla. En cuanto me alejé de Ilulissat fui testigo del rápido deshielo de los glaciares. Me encontraba muchos bloques o Iceberg de diversos tamaños flotando en el agua… una odisea navegar en esas circunstancias. Se me ponían los pelos de punta con el estruendo que se oía al romperse los bloques, aunque me iba acostumbrando, era como un trueno de tormenta muy cercano. Suerte que no estaba nunca debajo, jejeje… Fuera de broma, debíamos tomarnos en serio ese tema.
Fui aprendiendo muchas cosas a medida que pasaban los días, dado que me encontraba con problemas con los que no contaba. Las paradas a descansar y dormir las intentaba hacer en la costa, pero no contaba con que para ello necesitaba descargar todo el material de la tabla, y ésta dejarla fondeando o sacarla, teniendo en cuenta que antes tenía que comprobar la marea para evitar rotura en la tabla. Perdía en el proceso de 2 a 3 horas… un suplicio. Para que os hagáis una idea, uno de los días me desperté en mitad de la noche y, al salir de la tienda me encontré con que la marea había subido de carácter excepcional y el material estaba flotando en el agua. Tuve que ponerme el traje seco y recoger todo durante una hora, perdiendo algo de comida. Este reto se ha caracterizado por las condiciones meteorológicas anormales. Estuve preparando todo muchos meses antes, preguntando a unos y otros, estudiando el entorno y nada se ha correspondido con lo que me he encontrado. Todos los habitantes me comentaban que estaba siendo un verano inusual, pero lo preocupante también era que los inviernos también estaban siendo más suaves. Los Inuit utilizaban la gran cantidad de perros que había en cada aldea para desplazarse sobre el hielo en invierno, pero llevaban ya 10 años apenas atreviéndose a realizar travesías con los trineos.
Después de 10 días de navegación llegué a Niagornat, un sitio de unas 20 casas, donde pude convivir con sus habitantes y comparar su forma de vida con la de los Inuit de Alaska (Groenlandia pertenece a Dinamarca). En Groenlandia no tienen internet o TV parabólica en las casa, están peor comunicados con el exterior, sólo existe un internet comunitario con muy mala señal. No tiene vehículos a motor, salvo un par de lanchas de pescadores y hay muchos perros para la tracción de trineos, y lo más sorprendente: no hay agua corriente en las casas, en Alaska sí. Estuve un par de días parado por el mal tiempo, en los que pude iniciar a los primeros Superos groenlandeses. No se les dio nada mal, ellos podían caerse al agua helada y sobrevivir, llegando a aguantar hasta un 1 minuto en el agua…a mí me pareció impresionante. Yo sin mi traje seco no era nadie.
Conseguí salir del pueblo pero a los pocos días, la constante inestabilidad meteorológica con fuertes vientos y lluvias me obligaron a permanecer otros dos días en una playa con nieve. En estas condiciones fue imposible salir a remar. Tras amainar el temporal pude conseguir bordear la isla donde me encontraba por su orilla derecha, que era más largo pero más seguro. Tenía especial cuidado con estos detalles. En el margen derecho discurría con una costa paralela. En caso de vientos nunca acabaría a la deriva en medio del mar…eso hubiera sido mi perdición.
Durante semanas no me crucé con nadie. Esperaba llegar en varios días al siguiente pueblo, pero el tiempo me volvió a jugar una mala pasada. Las predicciones que me enviaba mi hermana por el teléfono satelital cambiaban a las pocas horas. Estaba remando con el mar como un plato y de repente, empezaba un fuerte viento en contra o un oleaje insufrible y tenía que buscar la seguridad de las costas. Las cosas se complicaban casi a diario. Un día saliendo de la costa una ola fortuita me dio un revolcón contra las rocas que me costó un buen susto y varios golpes en una pierna que por suerte no me dieron más problemas que el dolor. Conseguí continuar con un viento leve que se complicó al paso del Cabo Sigguk. Un pescador en una aldea me había avisado que esta punta era muy peligrosa y se había cobrado alguna vida. Son unos acantilados altísimos directos al mar que, mirándolos de lejos, hacían que me pasaran mil peligros por la cabeza: que me tirara una ola, que el viento me llevara a las rocas o que me cayera un desprendimiento de cornisa de hielo sobre la cabeza. Llevaba unos estabilizadores para la tabla, uno lo había perdido, pero ideé otro con un bastón de trekking y el Restube de mis amigos de Poipoi (un sistema de flotación personal). De esta forma conseguí pasar esa zona.
En los días siguientes, antes de llegar a Upernavik (el asentamiento humano más grande en 700 kilómetros a la redonda con casi 1000 habitantes), a los viento en contra se sumaron corrientes y una niebla espesa. Nuevas paradas. Así era imposible seguir. Al llegar a este pueblo me dijeron que estaba siendo un verano muy extraño, como si estuviera a punto de entrar el invierno. En ese momento fue cuando vi difícil llegar a Thule. Llevaba mucho retraso, el invierno iba a llegar en breve y así se haría imposible continuar con mis intenciones iniciales de pasar por Thule y desde allí llegar hasta Alert en Canadá, el pueblo más cercano al Polo Norte.
Aunque parecía que estaba muy loco, siempre evaluaba los riesgos. El único aeropuerto antes de Thule estaba a 800 kilómetros más al Norte, por lo que decidí tras mucha reflexión que este reto por el momento pararía aquí, después de remar 730,7 kilómetros en 26 días, 14 horas, 27 minutos y 30 segundos. No era un final, era un continuará, que pretendo completar en los próximos años.
Entrevista
Antonio como ya lo hemos visto, venís hace años innovando en diferentes deportes incluso has hecho de Madrid a Lisboa en SUP. Mucha gente está experimentando con este deporte. qué te atrapó a vos del Stand Up Paddle?
Es un deporte muy nuevo, siempre me gusto innovar y eso me ha permitido desde el primer momento remar a buen nivel nacional. Sin duda es el deporte más completo de los que he practicado, similar al esquí de fondo donde trabaja prácticamente todo el cuerpo: espalda, brazos y piernas. Además no es nada lesivo y te obliga a ejercitar con alta intensidad para llevar un buen ritmo de paleo. Se lo recomiendo a todo el mundo, tanto para entrenar como para mejorar el balance y core.
Qué tuviste en cuenta para remar en el Círculo Polar Ártico?
Sobre todo la seguridad. Llevé muchísimo equipaje, tal vez de más, desde un sistema de cerco eléctrico para evitar el ataque de osos polares cuando estaba en la tienda de campaña durmiendo, hasta dos pequeñas embarcaciones inflables por si acaso se rompía la mía. También valoré las condiciones meteorológicas, índice fundamental para poder cumplir con éxito cualquier expedición en lugares remotos.
Cómo preparaste la tabla para llevar tanto peso?
Diseñé un prototipo de tabla de SUP con la marca SPS española, más grande de lo normal, buscando una buena estabilidad y longitud pero que a la vez fuera rápida. En la parte superior le pusimos varias anillas para atar todo el material, llevaba 4 grandes bultos con un peso total de 110 kilos. La tabla tenía un peso de 20 kilos.
Por la postura es imposible remar muchos kilómetros diariamente?
La postura para hacer kilómetros no es un handicap, al contrario, es más cómodo remar en una tabla de SUP que en un kayak. Un día llegué a hacer hasta 50 kilómetros en unas 10 horas. He llegado a remar con una tabla normal en España hasta 100 kilómetros en 24 horas.
Con qué temperatura remabas?
La temperatura exterior rondaba entre los 5 y los 12 grados, la verdad, muy buena para remar, el problema era que el agua estaba a unos 4 grados centígrados con lo que siempre tenía que remar con un traje seco para evitar la hipotermia si me caía. El gran tema fueron los vientos cambiantes que me obligaron a permanecer en la costa algunos días e incluso a arriesgar más de la cuenta.
Qué animales pudiste observar?
La verdad es que vi menos animales de los que pensé, muchos pájaros de todo tipo, algunas ballenas y focas pero poco más.
Comías lo que habías llevado o pudiste pescar en algún momento?
Pude pescar en alguna ocasión bacalao, aunque es difícil cerca de la orilla en estas latitudes. Lo que sí comí en algunas ocasiones fueron exquisitos mejillones que había por todos los sitios donde paraba. El resto de alimentación fueron liofilizados, barritas y geles energéticos de Victory Endurance.
Cómo reaccionaba la gente cuando te veía?
Muy sorprendidos, nadie había navegado en estas latitudes con una tabla de SUP, los Inuits inventaron la navegación en kayak pero les sorprendía que se pueda remar de pie sobre una embarcación, era todo un espectáculo cuando llegaba a algún pueblo. Algún Inuit quiso probar la tabla, no se les daba nada mal la verdad.
Qué complicaciones tuviste que no te permitieron cumplir el objetivo?
El clima, porque estuvo mucho más cambiante de lo que a priori decían las previsiones. Ha sido el peor año, y eso me obligó a retrasarme más de la cuenta. Al final me vi en Upernavik, con más de 700 kilómetros realizados y con otros tantos hasta el siguiente punto de posible evacuación con la duda de si podría llegar a Thule antes de que entrara el invierno. Al final hemos visto que tomé una buena decisión ya que las primeras nevadas en el norte y el cambio de tiempo grande fue a finales de agosto.
Qué nuevo reto estás preparando?
Quiero realizar el próximo febrero una expedición a Laponia de 900 kilómetros con esquís, trineo y en completa autonomía. En verano voy a intentar ser la primera persona en circunnavegar la Península Ibérica con una tabla de Paddle Surf, son más de 3400 kilómetros que pretendo realizar en 3-4 meses, de mayo a septiembre.
Agradecimientos
Quiero agradecer a todas las marcas que me están apoyando, en especial a la Comunidad de Madrid, de la que soy Embajador de Turismo activo y de Naturaleza, a Meridianoraid, Trangoworld, SPS, Victory Endurance, Sierra Norte Madrid, Macario, Shimano, Stevens, Rocroi y Erzia. Familia y amigos, siempre están ahí!!!!!! Graciassssssss!!!!!